La condena para un papá abusador

Una horrenda historia que deja al desnudo un drama familiar, signado por el sufrimiento de una menor que padeció un abuso por parte de su padre. El desenlace fue un castigo calificado como ejemplar.

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La historia triste de Verónica (nombre ficticio) empezó allá por el año 2001, cuando con sus solo 13 años, su papá Martín (nombre ficticio), empezó a manosearla.

Ella en principio no entendía lo que hacía su progenitor, pero con el transcurrir de los meses la situación se agravaba. Ya no eran manoseos, sino contactos físicos que ya no podía soportar.

Intentaba zafar de la situación, pero el victimario –alguien que debía cuidarla tiernamente– la amenazaba con hacer daño a su madre y hermanos. El temor le superaba y no le quedaba otra que acceder a saciar los bajos instintos del victimario.

Lo peor de todo es que la cuestión no era algo simple; el papá usaba la violencia para sentir más placer. A los 14 años, fruto del abuso, nació un primer hijo.

Con la presencia de la criatura, la cuestión podía cambiar. Un bebé siempre es una bendición, pero Martín no cesó en sus malas intenciones y volvió a lo mismo, según una publicación de la revista Fiscalía.info.

Nadie se daba cuenta en la familia sobre lo que pasaba con Verónica.

Ya con 17 años y dos criaturas más –todas del padre– una tía se preocupó, porque le extrañó que ninguno de los hijos sea reconocido por alguien. La Consejería de Defensa de la Niñez (Codeni), tomó intervención y denunció el caso a la Fiscalía.

El Ministerio Público, con suma paciencia investigó la causa y los indicios apuntaron a la persona menos pensada: El padre.

Sicólogas entrevistaron a la menor y tomaron dimensión de la terrible pesadilla que vivió ella durante cuatro años. Sometida a la fuerza por su padre y de todas las maneras posibles, encima con tres hijos no deseados.

El abusador pasó a ser abuelo-padre de tres criaturas y ni siquiera esa situación le hizo tener compasión por su hija.

La fiscala Nathalia Acevedo, ordenó una prueba de ADN para comparar las muestras del padre y los tres menores.

El resultado del ADN dio 99,9% de certeza que Martín es el abuelo-padre de las tres criaturas. El examen y los testimonios de la víctima, fueron contundentes para un juicio oral

El Tribunal de Sentencia integrado con Miguel Bernardes, Blas Ramón Cabriza y Víctor Alfieri, condenó a Martín a 22 años de cárcel, que los cumple desde el año pasado en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú.

Las secuelas iniciales que quedaron en Verónica fueron traumáticas; quiso suicidarse, no podía tener actos íntimos con su pareja, tenían impedimentos para enamorarse, debía dormir con la luz prendida y le costaba conciliar el sueño.

Mediante un tratamiento sicológico, la víctima superó los cincos años de sufrimiento. Ella se casó y abandonó el Paraguay, como intentando no recordar su triste adolescencia, marcada por la maldad de su degenerado padre.

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