La obesidad, otra señal de la pobreza

Más de la mitad de los paraguayos sufren de obesidad, y contrariamente a lo que se piensa, esto no es símbolo de bonanza, sino otro indicador de pobreza. Por lo general, se da por acceso a alimentos de baja calidad, que acarrea problemas graves de salud.

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“El 52% de la nuestra población adulta sufre de obesidad, que es también un indicador de pobreza. Estados Unidos tiene una de las tasas más altas de obesidad, ¿pero quienes son los gordos? Justamente las personas de menor recursos, aquel al que le es más fácil comer una dona que sale 0,50 centavos de dólar que comer la fruta o lechuga que cuesta 1,3 dólares. Entonces eso es lo que tenemos que cambiar también en Paraguay", advirtió la directora del Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN), Laura Mendoza.

Otro impacto directo de la obesidad, en lo que refiere a pobreza, es que genera enfermedades serias y de alto costo para el que la sufre y para el Estado, si es que la persona no tiene los recursos para tratarse particularmente.

“La enfermedad crónicas que se aumentan con la obesidad son la diabetes, hipertensión y cáncer. Esos son gastos tremendos para el paciente que no tiene y para el Estado. Tenemos un negro futuro si seguimos con este problema. No hay sistema ni dinero que aguante”, remarcó la doctora.

Existen cifras terriblemente alarmantes del mal consumo de alimentos de los paraguayos. Por ejemplo el promedio de ingesta de sal, uno de los principales causantes de hipertensión y por ende potenciales problemas cardiovasculares, es de 14 gramos diarios, siendo que los recomendables es apenas 5 gramos.

Igualmente hay registros que desde temprana edad los niños ingieren bebidas altas en azúcares, y por ende expuestos a desarrollar enfermedades como la diabetes. “Niños por debajo de los 6 meses están consumiendo jugo en cartón o gaseosas, siendo que deberían de consumir solamente la leche materna que es lo ideal”, indicó Mendoza.

La titular del INAN remarcó que tal vez para cambiar los hábitos alimenticios de los adultos es difícil, pero que con los niños y jóvenes se está a tiempo, aunque los datos actuales indican que el aumento de la obesidad ya se empieza a mostrar en la escuela.

Indicó que si bien la ley de alimentación escolar establece los complementos nutricionales como programas como el almuerzo y merienda escolar, eso no implica que se esté ejecutando de buena manera. También nota una falencia en todo lo que es educación nutricional.

Es más, dijo que hace poco la ley se cambió, y que “antes, la ley, que se llamaba de complemento alimenticio, era simplemente una cantidad de comida que se tenía que darles a los estudiantes, que se inició con 600 y subió a 700 calorías, y al final era un negocio que era licitar cualquier cosa con tal de meter ahí”.

Ahora, si bien la nueva ley prevé la alimentación con un enfoque de derecho, esto no implica que sea efectiva ni que hayan desaparecido los negociados. Con la nueva ley se pasa “de proveer un montón de calorías y se cambia a un enfoque de derecho y alimentación. Conciencia de qué tipos de alimentos consumir y que sean más saludable posibles, sean frutas y verduras, y trabajar en educación nutricional, eso es algo que no existe aún en muchas escuelas”, remarcó.

Otro punto que siempre denuncia es la inequidad en la distribución del programa de almuerzo escolar, lo cual considera se maneja más por afinidades políticas que por necesidad real.

Queremos que “no siga siendo la merienda y el almuerzo un negociado, sino que se les dé alimentos de calidad, que llegue a los niños, porque vemos todos los días que se licitó almuerzo escolar en tal parte, y resulta que se comieron toda la plata. Generar conciencia de que hay lugares donde se necesita. Hay poblaciones como San Pedro y Cordillera donde no les llega el almuerzo escolar, el 30% de los niños tienen hambre, y a otros les llega una partecita”, cuestionó.

En varias ocasiones, solicitó ante la Comisión de Hacienda del Congreso durante el estudio del presupuesto que se tenga mayor criterio para distribuir los fondos. “Hay lugares donde se reparte de acuerdo al peso político que tenés y no acorde a la población que se tiene. Hay lugares donde tenés 37.000 niños y tenés comida para 5.000, y hay otros 40.000 pero tienen plata para dar de comer a 100.000, es es inequidad que tenemos que vencer de alguna forma. Cuando yo planteé me dijeron que es políticamente incorrecto”, lamentó.

Actualmente, la INAN trabaja en realizar la Encuesta Nacional de Alimentación y Nutrición, algo que no se realiza hace 53 años y lo que podrá ayudar a conocer qué comemos los paraguayos. Lo más probable es que “no es que come mal por gusto, sino que come mal porque a lo mejor no tiene los recursos para accedera alimentación de mejor calidad”, finalizó.

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