La violencia no paró

Apenas cuatro meses después del asesinato de Pablo Medina y Antonia Almada, y a pesar de las muchas promesas de lucha frontal contra el crimen organizado en Canindeyú, un doble asesinato volvió a sacudir la zona baja del decimocuarto departamento.

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Eran cerca de las 11:00 del viernes 20 de febrero de 2015. Unos días antes se habían cumplido cuatro meses del asesinato del corresponsal de ABC Color Pablo Medina y la joven Antonia Almada, a manos de sicarios que respondían a Vilmar “Neneco” Acosta Márques, exintendente de Ypejhú, un pequeño distrito del departamento de Canindeyú ubicado a 337 kilómetros de Asunción, en la frontera seca entre Brasil y Paraguay.

Tras el doble crimen, los ojos del país se posaron sobre el decimocuarto departamento, azotado durante años por el crimen organizado y su violento actuar. Las autoridades habían prometido mayores controles para la lucha frontal contra este flagelo y presencia efectiva. Aún así, un nuevo doble asesinato estremecería a la zona baja de Canindeyú aquella mañana, más exactamente al distrito de Ypejhú, considerado bastión de quien por aquel entonces se encontraba prófugo: Vilmar “Neneco” Acosta Márques.

Gregorio “Darci” Salina López partió temprano en la mañana rumbo a un hospital en Paranhos, la ciudad brasileña vecina a Ypejhú. Con él habían partido su esposa, la concejal municipal Élida Lomaquis y su pequeño hijo.

Los tres pasaron algunas horas en territorio brasileño y tras terminar con lo que debían hacer, volvieron a Ypejhú. Apenas llegó a su casa, Salina López recibió una llamada en la que lo citaban para una reunión en un punto de la línea fronteriza. Al igual que en Pedro Juan Caballero, departamento de Amambay, en su divisoria con Ponta Porá (a 350 kilómetros de allí); la frontera entre Ypejhú y Paranhos es considerada zona de nadie.

Mientras se encontraba en el lugar, esperando por quienes lo habían citado a la reunión, Salina López vio llegar a un grupo de sicarios fuertemente armados a bordo de lujosas camionetas 4x4. Intentó huir, subiendo a su automóvil, pero fue inútil.

El automóvil Volkswagen Gol de “Darci” recibió un total de 30 impactos de balas. Los criminales utilizaron fusiles AK47 y 762, armas de guerra. Para asegurarse de haber cumplido con su cometido, se acercaron y volvieron a disparar al hombre ya muerto en la cabeza. La violencia del ataque fue tal que el cráneo de Salina López quedó prácticamente vacío y lo que era su cerebro fue encontrado en el piso del automóvil, detrás del asiento del conductor.

En ese preciso momento, una mujer y su hijo pasaban por la zona. Para su mala suerte, los sicarios los vieron y para evitar que quedaran testigos, también los acribillaron a ellos. El adolescente de 15 años identificado como Edi Da Silva falleció en el lugar, mientras que su madre fue trasladada en graves condiciones a Paranhos.

Tras cometer el doble asesinato, los malvivientes huyeron a bordo de sus camionetas primero hacia la zona de Itanará y desde allí se adentraron a territorio brasileño, probablemente para terminar volvieron a Capitán Bado, desde donde habrían sido enviados por jefes del poderoso grupo criminal brasileño Primer Comando Capital (PCC), uno de los máximos patrones del narcotráfico en la frontera seca entre Brasil y Paraguay y con el que estaría conectado incluso Vilmar “Neneco” Acosta Márques.

Durante la huida, uno de los vehículo sufrió desperfectos, por lo que los criminales decidieron abandonarlo, no sin antes prenderle fuego. 

Todo apuntaba a que el violento crimen se había tratado de un ajuste de cuentas entre narcotraficantes. De acuerdo a versiones a las que tuvo acceso ABC Color, “Darci”, como era conocido el hombre asesinado, era supuestamente un conocido marihuanero que durante años trabajó impunemente gracias a la protección del clan Acosta Marques.

Aparentemente, según datos manejados por las autoridades, “Neneco” y “Darci” respondían al mismo “patrón” en Capitán Bado, el destino casi usual de la marihuana cosechada en la frontera seca. Pero, al esposo de la concejala le habrían atribuido la culpa de la mayoría de las cargas confiscadas en la zona, lo que a su vez debilitó el sistema de financiamiento de la estructura criminal.

Estos “errores”, sumados a otras fallas que habría tenido Salina López, habrían determinado su muerte, que fue materializada por un grupo comando que viajó exclusivamente desde Capitán Bado hasta el lugar de la ejecución.

“Darci” y “Neneco” se habrían hecho socios a través de la política. La esposa del primero llegó al puesto de concejal gracias al apoyo de Acosta Marques, quien presentó su candidatura para las elecciones municipales de 2010 de la mano del movimiento “Vanguardia Colorada” del exvicepresidente de la República Luis Alberto Castiglioni.

Tiempo después, Acosta Marques decidió pasarse a las filas de “Honor Colorado”, movimiento de Horacio Cartes. Una vez allí, se alineó rápidamente al liderazgo regional ejercido por la entonces gobernadora Cristina Villalba de Abente.

“La Reina del Norte”, como es conocida la ahora legisladora colorada, se encargó de apuntalar la carrera política de un casi desconocido Alfonso Noria para llevarlo a la gobernación como su sucesor en el cargo.

Lomaquis, una docente devenida en política, era muy cercana tanto a Acosta Marques como también a Noria y a la diputada Villalba, algo que no dudaba en hacerlo saber a través de las redes sociales.

En aquellos días, testigos decían haber reconocido entre los sicarios que liquidaron a Salina López a hombres que habitualmente trabajaban con el clan de Acosta Márques.

Según la Policía de Ypejhú, “Darci” fue involucrado anteriormente en varios casos de homicidio, pero llamativamente pudo zafar de todos los procesos, en la época en que “gobernaba” a su antojo en la zona el ahora prófugo Vilmar Acosta Marques.

Se habían cumplido apenas cuatro meses del asesinato de Pablo y Antonia. Mientras las autoridades hablaban de mayor presencia estatal en la zona, los grupos criminales daban una muestra de que seguían operando a su antojo.

juan.lezcano@abc.com.py - @juankilezcano

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