“Me hizo comer excremento”

Eusebio Torres es un nombre que todavía trae los peores recuerdos de torturas a las víctimas de la dictadura de Alfredo Stroessner. Mientras ellos aún piden justicia, el Gobierno de Horacio Cartes lo homenajea cual héroe.

Homenaje del gobierno de Horacio Cartes al torturador Eusebio Torres en 2014.
Homenaje del gobierno de Horacio Cartes al torturador Eusebio Torres en 2014.

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“Me hizo comer excremento y tomar orina en Investigaciones… Es responsable de la tortura y muerte de mi esposa”. Esto es lo primero que dice el defensor de los Derechos Humanos y víctima de la dictadura Martín Almada, cuando escucha el nombre de Eusebio Torres. Lo que describió es la famosa “pileteada” a la que los opositores eran sometidos. También dijo que fue el responsable de la desaparición de los hermanos Benjamín y Rodolfo Ramírez Villalba.

Este mismo testimonio fue dado a conocer durante el juicio que entabló Almada contra Torres, que culminó en el 2007. El homenaje reciente que hizo el Gobierno de Cartes fue otro golpe para Martín, al igual que la decisión del juez Digno Arnaldo Fleitas, quien le concedió el arresto domiciliario a Torres, tras el ofrecimiento de una millonaria fianza.

Almada recuerda a Torres con un látigo en la mano, el conocido “tejuruguái”, exclusividad del stronismo. También viene a su mente la imagen del hombre manejando la famosa “caperucita”, el vehículo de la policía stronista. “Él manejó la ‘caperucita’ desde (la cárcel) de Emboscada, hasta la comisaría primera y luego a Investigaciones”, dice el defensor de Derechos Humanos. Fue en este último sitio donde el excomisario lo torturó.

“Este es un terrorista. Acá se condecoran a torturadores”, dice Almada. Notoriamente emocionado, cuenta que el juicio que comenzó en su contra hace 25 años, el 25 de mayo de 1989, aún no tiene sentencia. “Hace 25 años mi expediente está durmiendo, no hay voluntad política”, lamentó. Lo que más le duele, dice, es la impunidad que todo este “show” avala, ya que torturadores como Torres son homenajeados y continúan con su “vida normal”, gozando de los beneficios de ser funcionario del Estado. Mientras tanto él, como otras víctimas de este horroroso régimen, viven recordando a sus muertos.

Otra de las víctimas de Torres es Guillermina Kanonnikoff, cuyo exmarido, Mario Schaerer Prono, fue torturado y muerto por el stronismo. Para ella, saber del homenaje que hizo el Gobierno de turno al hombre fue “reabrir heridas”, tanto físicas como psicológicas. “No podemos construir justicia en base a este tipo de cosas”, arremete.

“Fue mi torturador en marzo de 1977, cuando mi hijito tenía meses de nacido y estaba enfermo. Nos trajeron de (la cárcel de) Emboscada a Asunción supuestamente para darnos la libertad, pero no fue así”, cuenta Kanonnikoff. Para ese entonces, Schaerer Prono ya había fallecido, pero ella aún no lo sabía.

Con el infaltable látigo en la mano, Torres fue el encargado de verificar que Guillermina firme papeles en blanco, con su hijo en brazos y con la promesa de que le darían atención médica al pequeño, y la libertad para ver de nuevo a su marido. Ninguna de las dos cosas sucedió. Recuerda también que el excomisario arrancó un ojo a Carlos Arestivo de un latigazo. 

El ministro del Interior, Francisco De Vargas, quien presidió el acto en el que homenajearon al torturador, pidió disculpas por el hecho días atrás. Lo llamativo fue que el secretario de Estado ignoró inclusive que Torres fue quien torturó a su padre “Pancho” De Vargas. Para las víctimas, este pedido de disculpas no es suficiente.

“El ministro lo que tiene que hacer es destituirle al comandante de la Policía Nacional en primer lugar. Esto fue una jugada que le hicieron evidentemente, una cáscara de banana que le pusieron (…) Ellos (los policías) se conocen y le conocen a Eusebio Torres. No fue accidental”, reflexionó Guillermina Kanonnikoff.

Por su parte, Almada dijo que como símbolo de disculpas sería mejor que el ministro De Vargas impulse personalmente acciones penales, además de darle la baja y quitarle a Torres todos los beneficios que tiene como comisario retirado.

Eusebio Torres cumplió 50 años como egresado de la Academia de Policía, por lo que integró el grupo de “homenajeados” el pasado 3 de diciembre. Esta es solo una parte de la “vida normal” que lleva, a pesar de todas las acusaciones y condenas en su contra. Para las víctimas de la dictadura nunca más hubo “vida normal”. Al menos para los que quedaron vivos.

“Solamente falto yo”, cuentan que fueron las palabras que pronunció el dictador al abandonar el país, durante el exilio en Brasil luego del golpe de 1989. Torres nunca negó las acusaciones de torturas en su contra. Se “defendió” durante el juicio en 2007 diciendo que, cuando ocurrieron supuestamente los hechos bajo la vigencia de la Constitución Nacional derogada de 1967, esta no castigaba los delitos de lesa humanidad.

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