María Luisa nos comenta que desde diferentes ciudades vienen para buscar los requintos, cuya confección requiere un cuidado especial en la elección de la madera y en todos los detalles que hacen a una buena guitarra.

El yaguaronino Miguel Angel Mendoza (1945) se inició como luthier con Timoteo Rojas y luego trabajó con Cristino Báez Monges. En 1971 empezó a trabajar con Agustín Sanabria, y en 1981 pasó a tener su propia fábrica. Cayo Sila Godoy le propuso el nombre de "Mangoré" en homenaje al gran guitarrista y también le proporcionó las nociones para crear una guitarra de concierto. "La guitarra popular tiene un sonido mayor; en cambio la guitarra clásica debe tener un sonido más delicado y agudo, y aquí en "Mangoré" se trabaja con mucho cuidado, de manera artesanal. Es una obra que requiere delicadeza y paciencia".

Mendoza tiene su taller y su local de atención al público en Aviadores del Chaco esq. Cañada desde 1988.

La casa se dedica también a la fabricación de arpas y María Luisa destaca que en Japón hay mucho interés en las arpas. "Los japoneses, al jubilarse, quedan con mucho tiempo y quieren dedicarse a un instrumento y eligen el arpa. La cuestión está en confeccionar arpas de muy buena madera. La caja puede ser de cedro, trébol, algarrobo o palo rosa y la tapa debe ser de pino importado. Es necesario que sea así para evitar la deformación del instrumento con la diferencia de clima. Los clientes, cuando se encuentran con un arpa deforme, no piensan en que fue hecho por tal o cual fabricante, sino que piensa que es un arpa de Paraguay". Es el nombre del país que está en juego cuando se utilizan maderas no convenientes para otros climas.

También son varios los músicos que hacen sus pedidos desde afuera. Existe un arpista mexicano que pide a Mendoza el arpa con las características típicas de México, así como también hay arpistas de Suiza y Estados Unidos que son sus clientes.

Para una guitarra de concierto, Mendoza utiliza también maderas delicadas como el incienso y el ébano.