“Ciudades de papel”: de mitos y realidad

La nueva adaptación de una novela de John Green parte de una muy gastada fantasía adolescente de la ficción y le da la vuelta en una divertida y emocional historia.

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Viendo los múltiples avances y las sinópsis de Ciudades de Papel en las últimas semanas, libres del contexto que haber leído el libro de John Green en el que el filme se basa, no podía evitar pensar que esta historia ya la había visto antes. Muchas veces. Demasiadas veces.

Tenemos al protagonista rígido, tímido y atrapado en un mundo de aspiraciones conformistas como ir a la universidad y dedicarse a alguna profesión, pero sin el impulso necesario para salir a “vivir la vida” hasta que es empujado a hacerlo por la aparición en su vida de una hermosa y excéntrica joven de espíritu libre y una colorida lista de excentricidades que acaba cambiándole la vida. Es una premisa que se ha manifestado – con variaciones como los géneros y las edades de los protagonistas – tantas veces que, a pesar de haber producido película genuinamente buenas, a estas alturas ya se siente inevitablemente gastada.

Mi sorpresa fue grata, pues, cuando la película tomó ese cliché de la “chica mágica” y decidió hacer una interesante descomposición en vez de rendirle homenaje, marcando la segunda ocasión consecutiva en que un filme basado en John Green es mucho más inteligente y profundo de lo que aparenta.

La cosa comienza más o menos exactamente como este tipo de películas comienza: Quentin Jacobsen (Nat Wolff) recuerda cómo, cuando era niño, su vida cambió al mudarse a la casa de enfrente una niña llamada Margo Roth Spiegelman, una aventurera con una forma muy particular de ver el mundo, con quien Quentin desarrolló una estrecha amistad. Sin embargo, con el paso de los años y a pesar de que los sentimientos de Quentin hacia Margo iban adquiriendo una naturaleza más románticas, los vecinos fueron separándose.

Para cuando la historia propiamente dicha comienza, Quentin y Margo (Cara Delevingne) están en su último año de secundaria. Una noche, Margo se mete en la habitación de Quentin y le pide que la acompañe en una misión de venganza contra su novio, quien la estaba engañando. La noche termina con una críptica conversación en la cima de un rascacielos, y al día siguiente Margo no aparece en el colegio. Pronto se hace evidente que huyó, algo que no es del todo una novedad para sus padres.

Sin embargo, Quentin descubre que Margo dejó tras de sí un rastro de pistas aparentemente dirigidas explícitamente a Quentin, quien decide investigar junto a sus amigos hasta poder dar con el amor de su vida.

Durante la primera parte de la película, Ciudades de Papel es algo bastante cercano al filme que alguien cansado del tipo de filme descrito párrafos arriba podría temer. Quentin parece una caricatura del clásico introvertido aburrido del cine, y Margo se la pasa manifestando excentricidades gratuitas y hablando filosofía barata que quizá calificaría como ligeramente profunda si tuviera algo de contexto o si Margo fuera más identificable como un personaje de verdad en vez de una idea personificada.

Pero eventualmente el filme revela una interesante sorpresa: ese era precisamente el punto. La forma en que el filme nos presenta a Margo en esa primera parte del filme es vital para el argumento que la película hace luego, cuando básicamente pone en evidencia y pasa a retiro el “mito” de Margo y por ende el cliché narrativo del que parte.

No es un tratamiento eminentemente profundo, pero es lo suficientemente efectivo, aunque Ciudades de Papel es una de esas películas que no terminan de tener sentido hasta momentos antes de que los créditos comiencen a rodar. Afortunadamente el director Jake Schreier (cuyo filme anterior Robot & Frank no puedo dejar de recomendar) se asegura de llenar el tiempo hasta esas revelaciones finales con una divertida historia de amistad y crecimiento emocional enmarcada en una “road movie”.

Hay notables errores de cálculo en el filme, con momentos de humor que ocasionalmente se siente forzados – incluído un momento musical que estoy seguro de haber disfrutado más por su valor nostálgico que por sus propios méritos –, y el misterio en el centro del filme parece evidenciar ciertos lapsos en lógica una vez que todo es revelado. Además, por momentos los personajes – particularmente Quentin – tienden a comenzar a hablar más como hablaría un novelista de treinta-y-tantos años que como lo haría un estudiante de secundaria, algo de lo que también padecía la anterior adaptación de una novela de Green, la muy buena Bajo la misma estrella.

Pero al final, a fuerza de un buen elenco de actores que hacen entrañables personajes que bien podrían haber sido caricaturas unidimensionales, y un guión que sin ser particularmente revolucionario esconde bastante inteligencia, Ciudades de Papel funciona.

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CIUDADES DE PAPEL (Paper Towns)

Dirigida por Jake Schreier

Escrita por Scott Neustadter y Michael H. Weber

Producida por Marty Bowen y Wyck Godfrey

Edición por Jacob Craycroft

Dirección de fotografía por David Lanzenberg

Banda sonora compuesta por Son Lux

Elenco: Nat Wolff, Cara Delevingne, Austin Abrams, Justice Smith, Halston Sage, Jaz Sinclair, Griffin Freeman y Caitlin Carver

Enlance copiado
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