¡Habla con tus hijos del dinero cuanto antes!

Entre los adultos muchos se cuidan de decir cuánto ganan. O se tiene dinero, o no se tiene, pero de eso no se habla. ¿Es buena esta actitud? La realidad es que es un tema que podría abordarse desde muchas aristas, pero, cuando hablamos de cómo tratarlo con nuestros hijos, hay muchos especialistas que recomiendan el camino opuesto: hablar.

“Por supuesto que no tienen por qué saber los detalles de cuánto les ingresa a papá y a mamá en sus cuentas por sus trabajos”, comenta la especialista en jóvenes Alexandra Langmeyer, “pero deben aprender, de acuerdo a lo que les permita su edad, que el día a día tiene su costo”.

Tomemos como ejemplo una familia de buen pasar, que vive en una casa amplia, con jardín, y que hace dos veces al año algún viaje. Los padres quieren que sus hijos no sean altaneros con sus amigos. ¿Cómo lograrlo? Solo con el ejemplo. Si los padres no muestran arrogancia con los demás, es probable que los niños sigan ese camino. Al mismo tiempo, es importante que los pequeños sepan que ese bienestar no es lo más normal del mundo.

Eso es muy difícil de lograr si uno les da todos los gustos o muchos gustos a sus hijos en el día a día. Si uno quiere que ellos sigan teniendo los pies sobre la tierra, tendría que enseñarles a ser cautos con los gastos, además de hablar sobre el tema. No es una cuestión cualquiera, porque al aprender que no todo se puede tener de inmediato también se adquieren otros conocimientos y capacidades, como la paciencia, la tolerancia a la frustración y habilidades comunicativas.

El caso inverso también existe por supuesto. Si una familia tiene pocos ingresos, también debe poder explicarles a sus hijos por qué no pueden comprarles determinadas cosas. En esos casos también sirve mucho tratar el tema sin pelos en la lengua. Si los niños están en edad escolar, uno puede explicarles la situación con “dinero de juguete”. Uno se sienta con ellos y les explica: “Esto es para el alquiler, esto es para la electricidad, esto es para la comida, esto...” y así, con los elementos concretos sobre la mesa, a los pequeños les resultará más fácil de entender.

Por supuesto, todas estas recomendaciones deben ser tomadas en su medida justa. “No hay que generarles miedo a los niños. No hay que disparar temores como 'uy, si me compran zapatos nuevos, papá y mamá estarán en la miseria'”, apunta Langmeyer. Todo lo que se hable con ellos debe ser acorde a sus edades y en la medida en que sea necesario irlos incorporando a ese mundo del intercambio.

Por otro lado, puede servir involucrarlos en el momento de las compras, por ejemplo, para que vayan aprendiendo ¿cuándo es cara la mantequilla? ¿Cuándo conviene comprarla? Aprendiendo estas cosas, también se dará cuenta de que cuando esté de vacaciones será más caro comer un helado en la playa que comprarlo en el supermercado y llevarlo al mar.