Trastornos de ansiedad y tics nerviosos

Casi todos conocen ese tipo de momentos: "¿Desenchufé la plancha?", "¿Cerré realmente la puerta?". Y casi todo el mundo sabe que chequear una vez parece no alcanzar a veces, sino que se vuelve a mirar varias. Esto no representa mayor problema.

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Pero hay otros casos, en los que las personas afectadas sienten una enorme presión interna. No pueden hacer otra cosa que controlar 30 o 40 veces si la ventana o la puerta de la nevera están realmente cerradas. El día a día se sale de cauce por este control permanente. En estos casos, lo más probable es que se trate de un trastorno de ansiedad.

Hay trastornos de ansiedad de todo tipo: desde los que giran alrededor del control hasta los que tienen que ver con la compulsión a bañarse. Los afectados suelen sentir miedo o asco a la suciedad, las bacterias, los virus o los fluidos corporales. Como consecuencia, las personas afectadas se lavan todo el tiempo las manos o el cuerpo o limpian constantemente su casa.

También los pensamientos recurrentes de tipo agresivo que aparecen todo el tiempo en contra de la voluntad del afectado pueden ser un problema.

Por ahora no se sabe con exactitud qué genera los trastornos de ansiedad. Incluso se cree que esta enfermedad podría ser hereditaria. Algunos factores medioambientales también pueden contribuir al cuadro. En una familia en la que es muy importante el perfeccionismo, es alta la posibilidad de que alguien desarrolle un trastorno de ansiedad.

Por lo general, pasan muchos años hasta que las personas afectadas buscan ayuda. Una vez que se detecta, el trastorno puede ser tratado con terapia cognitiva. El terapeuta y el paciente analizan juntos en qué momentos aparece la ansiedad y qué la desata. Luego, el paciente es enfrentado a situaciones en las que aparece la ansiedad. El terapeuta le recomienda qué hacer para no ceder a estos impulsos. Y de esta forma, el paciente percibe cómo las temidas consecuencias negativas no suceden.

Los tics están emparentados con los trastornos de ansiedad, aunque son otra cosa. Se trata de movimientos repentinos, repetidos y exagerados (tics motores) o expresiones verbales (tics vocales). Aparecen en momentos de tensión y no tienen un fin determinado.

En muchos casos, los tics desaparecen rápido, sobre todo si se les presta poca atención. Si los padres se muestran preocupados, pueden hablar con el pediatra, que a su vez los derivará a un especialista. Si el tic se vuelve crónico -es decir, que dura más de un año- y el afectado lo sufre, padres, niño y pediatra pueden evaluar la utilidad de un tratamiento.

Tanto en el caso de los trastornos de ansiedad como los tics, pueden ayudar, además de una terapia, los ejercicios de relajación, como el yoga o el entrenamiento autógeno. Un ejercicio simple es apretar el puño, tomar conciencia de la fuerza y enviar su energía a otros lados. La respiración consciente también puede ayudar a la relajación.

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