Colombia en alerta tras explosiones que dejan 10 heridos

BOGOTÁ. Colombia se encontraba en alerta tras dos explosiones de origen desconocido en Bogotá con saldo de al menos 10 heridos leves, informaron las autoridades, que investigan lo ocurrido en medio del recrudecimiento del conflicto armado.

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El presidente Juan Manuel Santos, que viajó este jueves a Perú para participar en la X Cumbre de la Alianza del Pacífico, canceló su agenda para regresar a Bogotá y “evaluar medidas de seguridad”, dijo el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, en su cuenta en Twitter.

Desde la bahía de Paracas, en Perú, donde se adelantó el inicio de la cumbre a la noche del jueves para permitir su retorno a Colombia, Santos dijo que combatirá al “terrorismo” con la ley y las armas e insistió en el “diálogo político” para poner fin al conflicto de más de medio siglo en su país.

“Vamos a seguir combatiendo el terrorismo con la Constitución en una mano y la ofensiva militar en la otra, como lo hemos venido haciendo, con resultados importantes”, dijo el gobernante.

La primera detonación tuvo lugar sobre las 15H45 locales (20H45 GMT), en la Calle 72 con Carrera 10, en pleno centro financiero de la ciudad, y pocos minutos después se registró la segunda en la Calle 13 con Carrera 46, en la zona industrial de la capital, reportó el Cuerpo de Bomberos.

Las explosiones dejaron 10 lesionados, “ninguno de gravedad”, indicaron autoridades municipales en su último balance, dando cuenta de “esquirlas y trauma acústico” en varios.

Las pesquisas preliminares indican que los artefactos explosivos eran “de bajo poder” y fueron activados luego de advertencias, dijo el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, en una declaración flanqueado por el director de la Policía Nacional, Rodolfo Palomino, y el comandante de las Fuerzas Militares, Juan Pablo Rodríguez.

Ambas explosiones afectaron edificios de la compañía de fondos de pensión y cesantías Porvenir, propiedad del conglomerado de entidades financieras del magnate colombiano Luis Carlos Sarmiento.

En el norte de la ciudad, frente al edificio donde ocurrió el primer estallido, se veían vidrios en el suelo y carros antiexplosivos, constató una periodista de la AFP poco después de la explosión.

“Fue un estruendo muy fuerte”, dijo Argemiro Sánchez, un vendedor ambulante de 52 años.

“Nosotros vimos que la gente salía de las oficinas. ’Salga todo el mundo rapidito porque se cree que hay una bomba’, decían. Un paquete. Entonces yo me fui alejando y aparté mi puesto. Fue nosotros quitarnos y explotó eso”, contó.

“Son hechos terroristas, sin ninguna duda, pero son hechos que no deben generar en la población el sentido de ausencia de la fuerza pública”, afirmó Villegas, quien aseguró a los bogotanos que la policía y el ejército tienen presencia “en todos los sitios de la capital”.

Agregó que las investigaciones “están muy adelantadas” gracias a esfuerzos de la Fiscalía y de los servicios de inteligencia y confió en tener “en muy poco tiempo” resultados positivos.

Villegas anunció una recompensa de 100 millones de pesos (unos 38.000 dólares) por información que contribuya capturar a los autores.

“Tengan calma, no ha pasado nada grave”, aseguró por su parte el general Humberto Guatibonza, comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá.

Entre febrero y marzo pasado, al menos seis petardos de baja intensidad explotaron en distintos puntos de la capital colombiana y dejaron una veintena de heridos.

Los incidentes fueron atribuidos a una banda delincuencial que operaba para el Ejército de Liberación Nacional (ELN), segunda guerrilla de Colombia y actualmente en conversaciones preliminares de paz con el gobierno.

El último gran atentado con bomba en la capital colombiana fue en mayo de 2012, cuando un ataque contra el exministro del Interior, Fernando Londoño Hoyos, produjo la muerte de su conductor y uno de sus escoltas.

Las explosiones de bombas han sido una de las más dramáticas manifestaciones del conflicto armado colombiano, en el que en más de 50 años han participado guerrillas, paramilitares y agentes del Estado, dejando unos 220.000 muertos y más de seis millones de desplazados, según cifras oficiales.

Para poner fin a la conflagración interna, el gobierno sostiene desde noviembre de 2012 pláticas de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) , principal y más antiguo grupo rebelde del país, pero las conversaciones se desarrollan en Cuba sin una tregua en el terreno.

La ofensiva de las FARC se ha incrementado de manera significativa en las últimas semanas luego del levantamiento de su autoimpuesto cese al fuego unilateral en diciembre, con atentados en diversos puntos del país que afectaron gravemente a la población civil y al medio ambiente.

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