Cuando las paredes hablan en Brasil

SAO PAULO. Custodiada por imponentes edificios de concreto y cristal, la Avenida Paulista se erige en Sao Paulo como el corazón financiero de Brasil, una suerte de jungla de cemento cuyas grisáceas paredes dejan espacio para el arte callejero.

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El ritmo frenético y a veces claustrofóbico de Sao Paulo, una inmensa urbe de casi veinte millones de habitantes, se respira con intensidad en su principal avenida, una vía de cerca de tres kilómetros repleta de semáforos y coches en la que conviven día a día hombres de negocios y sin techo.

Los músicos callejeros ponen la banda sonora de miles de ciudadanos que atraviesan esta avenida con paso firme y cabeza baja.

Sus viandantes pocas veces se detienen, pero a veces el arte consigue robar diez minutos de la agitada vida de sus transeúntes.

Una pared de madera reviste desde hace más de un año un edificio en obras repleto de andamios y obreros. Allí ha sido creada una antología improvisada de poetas anónimos y un espacio perecedero de reivindicaciones que cuentan el momento político que vive Brasil.

“Nao vai ter golpe. Fora Cunha ” (No va a haber golpe. Fuera Cunha), clama un cartel.

El rótulo, repetido una decena de veces, reniega del proceso de “impeachment” que amenaza a la presidenta Dilma Rousseff y que la izquierda ha calificado en reiteradas ocasiones de “golpe”.

Pide también la salida de Eduardo Cunha, presidente de la Cámara baja, un enemigo político de Rousseff que en su condición de jefe del Legislativo aceptó a fines del año pasado iniciar los trámites para un posible juicio con miras a la destitución de la presidenta.

“Contra la reorganización. Ninguna escuela cerrada. Por la calidad de la enseñanza. Fuera Alckmin”, reza otro.

El pasquín reniega del gobernador del estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, quien hace unos meses se vio obligado a dar marcha atrás a una reorganización escolar tras las continuadas protestas de los estudiantes.

Entre los carteles impresos que aluden a la política se cuelan pequeñas hojas con poesías escritas a mano y frases dedicadas al amor y a la libertad que atrapan la atención de los peatones.

“Cuide dos seus achados. Esqueça dos seus perdidos” (Cuida de lo que encuentres. Olvida las cosas perdidas); “O mundo sóbrio. Ela de ressaca” (El mundo sobrio. Ella de resaca) ; “Suas estrias são a poesia de quem sabe ler (Sus estrías son la poesía de quien sabe leer), citan algunos de los carteles.

A pesar de la aglomeración de palabras, en la pared hay un espacio reservado para Pelé. El 'rey' del fútbol siempre aparece de espaldas, con el eterno 10 de su dorso y dando un cariñoso beso a alguna estrella, de la misma forma que en 1971 se lo dio al legendario expúgil Muhammad Alí.

Desde hace unas semanas, Pelé, que aparece diseñado en tonos blancos y negros, achucha a David Bowie, con su cabello teñido y su rostro atravesado por un rayo rojo y azul, el mismo que el fallecido cantante usó en la portada de su álbum 'Aladdin Sane'.

Pero por los brazos del mejor atleta del siglo XX también han pasado la impávida Mona Lisa de Leonardo Da Vinci, el excéntrico Salvador Dalí, un sonriente Bob Marley y la exhuberante Marilyn Monroe, una estampa que nadie quiere dejar de fotografiar y divulgar por las redes sociales.

“La idea surgió en 2009 cuando una amiga me mostró una foto de Pelé abrazando a Muhammad Alí. Quise reconstruir esa imagen con una técnica de papel y usarla como una base para que Pelé besara personajes variados, que tuvieran algún significado”, contó a Efe Luis Bueno, el artífice de estos diseños.

El grabado de Pelé dobla una esquina de la Avenida Paulista y se esconde de los ojos de un colosal Oscar Niemeyer, el mayor arquitecto brasileño, famoso por sus curvas y diseñador de la capital del país, Brasilia.

Plasmado en un gigante grafiti de colores vivos, el rostro de Niemeyer observa inerte la vida cotidiana de Sao Paulo, una ciudad de la que Caetano Veloso, al igual que muchos otros, no entendió nada cuando llegó, pero a la que le acabó regalando una canción titulada 'Sampa'.

“Que cuando yo llegué por aquí nada entendí. De la dura poesía concreta de tus esquinas. De la ‘deselegancia’ discreta de tus meninas”.

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