Diputados británicos se aprestan a autorizar el Brexit

LONDRES. La Cámara de los Comunes votará definitivamente este miércoles a favor de iniciar la ruptura con la Unión Europea, salvando uno de los grandes obstáculos para el primer divorcio de la historia del bloque.

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El proyecto de ley que permitirá al gobierno de Theresa May notificar oficialmente la salida y empezar dos años de negociaciones tendrá todavía que superar dos votaciones en la Cámara de los Lores, cuyos miembros, al ser no electos, podrían ignorar “la voluntad del pueblo”, pero a riesgo de incrementar los llamamientos a abolir la cámara.

Siete meses después de la inesperada victoria del Brexit en el referéndum, el voto de los Comunes será otra puñalada a la última esperanza de quienes no se resignaban al resultado: que los tribunales o el Parlamento frenaran la ruptura. Se espera que la votación tenga lugar en torno a las 20H00 GMT.

Los diputados le arrancaron una concesión al gobierno a cambio de no entorpecer “la voluntad popular": poder votar el borrador del acuerdo de ruptura con la Unión Europea. De todos modos, el gobierno precisó que un rechazo del Parlamento no impediría la salida de la UE.

Así, las opciones del Parlamento serían aceptar lo que negocie May o abandonar la UE sin acuerdo. Aún así, dijo David Jones, viceministro responsable del Brexit, en la Cámara de los Comunes, “será una votación importante. Será una elección entre abandonar la UE con un acuerdo negociado o no” .

“Devolver al gobierno a la mesa negociadora sería el mejor modo de socavar nuestra posición negociadora y conseguir un peor acuerdo” , agregó.

La idea del gobierno era acabar con la posibilidad de una rebelión en sus filas conservadoras de unos diputados proeuropeos cada vez más descontentos con el nivel de escrutinio de las negociaciones que May está dispuesta a tolerar.

Uno de esos parlamentarios conservadores proeuropeos, la diputada Claire Perry, tildó de “yihadistas” a los antieuropeos: “a veces siento que estoy sentada con colegas que son como yihadistas apoyando un Brexit duro” cuando dicen cosas como “’¡no hay Brexit lo suficientemente duro! ¡Fuera, europeos diabólicos, no queremos que mancilléis nuestras puertas otra vez!’” .

Más problemas para contener una rebelión está teniendo el Partido Laborista, primero de la oposición, cuyo líder, Jeremy Corbyn, apoyado por la militancia pero siempre cuestionado por sus diputados, tiene problemas para hacer acatar su orden de votar a favor de la ruptura.

Dos portavoces parlamentarios laboristas presentaron su dimisión incapaces de votar contra su conciencia y contra la mayoría de votantes de su circunscripciones, proeuropeas. En total, 47 diputados desoyeron las consignas de su líder y votaron en contra del proyecto de ley en su primera lectura.

A ellos se le sumaron los diputados nacionalistas escoceses y el más pequeño Partido Liberal Demócrata. Pero la suma de todos no puede vencer a la mayoría absoluta de diputados conservadores (329 de 650) .

El martes, un día antes de la votación en Wesminster, el Parlamento escocés quiso airear su descontento y votó de manera abrumadora a favor de rechazar el Brexit, algo que no afectará al proceso de salida pero tensa más la relación con Londres.

Tras esta votación simbólica, el gobierno semiautónomo advirtió que Escocia, la más proeuropea de las regiones británicas, no será “humillada”.

Casi tres cuartas partes de los legisladores escoceses, de todo el espectro político, se pronunciaron en contra del Brexit.

El ministro de Negociaciones de Escocia en sus vínculos con Europa y parlamentario local, MichaelWilliam “Mike” Russell, dijo que su gobierno “nunca permitirá que Escocia sea humillada, y su elección democrática rechazada”.

“Nunca, nunca, daremos la espalda a Europa y al mundo”, subrayó. Los líderes de los principales partidos británicos prometieron a los escoceses que serían considerados “socios en términos de igualdad” si se quedaban en el Reino Unido en el referéndum de independencia de 2014, como así ocurrió.

Sin embargo, en el plebiscito sobre la UE, Escocia votó a favor de seguir en Europa, al contrario de Gales e Inglaterra, que inclinaron la balanza.

“Esta votación es algo más que simbólica”, había dicho la jefa del gobierno regional, Nicola Sturgeon, del Partido Nacional Escocés (SNP). “Es una prueba clave para saber si la voz de Escocia se escucha y si nuestros deseos pueden ser acomodados”, agregó.

Sturgeon ha amenazado con convocar un nuevo referéndum de independencia, pero los sondeos no revelan el apoyo necesario del público a la secesión y el gobierno de May -el plebiscito requeriría el permiso del parlamento nacional- se opone.

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