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Eso dijo este martes un funcionario del Departamento de Estado, acotando que Washington aún revisa su política hacia la isla.
“Una de las áreas que será una alta prioridad es garantizar que Cuba haga más avances sustantivos hacia un mayor respeto por los derechos humanos en el país”, dijo el subsecretario interino de Estado para el Hemisferio Occidental, Francisco Palmieri.
Palmieri dijo que el gobierno de Trump está en medio de una “abarcadora revisión” de la política hacia Cuba, pero estimó que de ese proceso saldrán “diferencias importantes” respecto a su antecesor Barack Obama.
El 17 de diciembre de 2014 Obama y el líder cubano Raúl Castro sorprendieron al mundo al anunciar el inicio de un proceso de reaproximación entre los dos viejos adversarios, dejando atrás medio siglo de tensión y desconfianza.
Los dos antiguos enemigos de la Guerra Fría reabrieron sus respectivas embajadas en 2015, y Obama avanzó en lo que pudo en el desmonte de las medidas económicas adoptadas específicamente contra Cuba, en especial en materia de relaciones comerciales.
Pero con la llegada de Trump a la Casa Blanca y el control de las dos cámaras del Congreso por el conservador Partido Republicano, el futuro del proceso de reaproximación entre los dos países se encuentra bajo una nube de incertidumbre.
El Mandatario republicano ha declarado su propósito de detener o revertir el proceso de deshielo entre los dos países, si no obtiene un acuerdo mas ventajoso que el de Obama.
Y a mediados de abril su embajadora ante la ONU, Nikki Haley, incluyó a Cuba entre un grupo de países donde “se desprecian ampliamente los derechos humanos”.
Castro se declaró en enero, poco después de la investidura de Trump, dispuesto a mantener un “diálogo respetuoso” con su homólogo estadounidense.
Pero advirtió, no obstante, que “no debe esperarse que para ello Cuba realice concesiones inherentes a su soberanía e independencia”.