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Muy temprano el sábado por la mañana, las fuerzas de seguridad lanzaron el asalto contra Al-Hamira, localidad situada al sur de Ramadi y pudieron quitársela a los insurgentes, indicaron responsables del ejército y de la policía, que precisaron que dos soldados y 21 insurgentes murieron en enfrentamientos.
La violencia en la provincia de Al-Anbar, de la que Ramadi es la capital, se inició a fines de diciembre, cuando las fuerzas de seguridad disolvieron una protesta antigubernamental cerca de Ramadi.
Poco después, insurgentes y tribus hostiles al gobierno, dominado por los chiitas, ocuparon Ramadi y Faluja, situados respectivamente a 100 y 60 km de Bagdad, un hecho inédito desde la insurrección que siguió a la invasión estadounidense de 2003.
Las tropas iraquíes lograron recientemente volver a tomar el control de casi toad la ciudad de Ramadi pero Faluya sigue estando controlada por hombres armados.
En Michahada (norte), un kamikaze se hizo explotar cerca de una base militar, matando al menos a cuatro soldados e hiriendo seis. Y en Bagdad, dos personas murieron en atentados con bomba.
Irak ha vivido una recrudescencia de la violencia, que han causado más de 2.700 muertos desde el inicio del año, sin que las fuerzas de seguridad pudieran parar el derramamiento de sangre.