La China que Xi no quiere que la ONU vea

PEKÍN. El presidente chino Xi Jinping reafirmó el domingo ante la ONU su compromiso con el desarrollo de la mujer y la igualdad de género, pero la realidad en su país es muy diferente.

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Y es que al mismo tiempo que Xi aseguraba en su discurso que “la igualdad de género es una gran causa”, las mujeres chinas siguen sufriendo una gran discriminación, sobre todo, a la hora de buscar trabajo e incluso acceder a estudios superiores, ya que en algunas universidades la nota de corte es aún más elevada para ellas.

“La legislación actual no ayuda a combatir las desigualdades y la cultura china pesa: los hombres siguen teniendo una gran importancia mientras las mujeres tienen poca y el Gobierno no hace mucho para cambiar la situación”, critica en declaraciones a Efe la activista y feminista china Xiao Meili.

Las mujeres, dijo Xi ante los miembros de la ONU, “son una importante fuerza de la sociedad”, pero en su país un gran número de empresas “siguen sin contratar a empleadas porque tendrán bebés”, dice a Efe Xiong Jing, representante de la ONG local Gender Watch Women's Voice.

Según datos de la Universidad Popular de China, un 39 por ciento más de hombres licenciados que de mujeres tienen oportunidad de encontrar empleo y el porcentaje sube al 53 por ciento si se trata de hombres con títulos de posgrado frente a mujeres con la misma titulación.

En un informe sobre la mujer publicado por el Gobierno antes de la intervención de Xi, se defendían los avances logrados y se destacaba el proyecto para la primera ley contra la violencia de género que se espera que se apruebe este año. Pero las expertas recalcan que hace falta mucho más, ya que la mentalidad en China aún es muy “retrógrada”.

Xiong recuerda que, de la misma manera que se les excluye en trabajos por querer tener hijos, la sociedad china también rechaza a mujeres que no se casen ni tengan descendencia a una pronta edad, tildándolas de “mujeres sobrantes”.

A ello se suma la represión emprendida por Xi Jinping, considerada la peor en años contra la sociedad civil, y que este 2015 se ha llevado por delante libertades de multitud de mujeres, entre ellas, las del grupo de las cinco feministas arrestadas durante 37 días o la veterana periodista Gao Yu y la abogada Wang Yu, condenadas a penas de prisión.

“Si el Gobierno no va a hacer nada, al menos que no prohíba las acciones de feministas”, criticó Xiao Meili, amiga del grupo de las cinco que fueron detenidas de forma previa al Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo, antes de que llevaran a cabo una campaña para concienciar sobre las agresiones sexuales en el transporte público.

“Xi quiere mostrar que China es un país grande y fuerte y ha mostrado generosidad donando dinero a la ONU y apoyando a las mujeres de África, pero también tiene que prestar atención a las mujeres chinas”, comenta a Efe Li Tingting, la feminista más activa de ese pequeño colectivo detenido y quien sigue sufriendo el control de la policía y limitación de movimientos.

Ante esta situación, la participación de Xi en la cumbre del domingo, que conmemoraba el 20º aniversario del histórico foro sobre la mujer celebrado en Pekín en 1995, ha sido considerada como “hipócrita” y una muestra de “desvergüenza”, en palabras de la exsecretaria de Estado Hillary Clinton.

“La dirección en la que Xi ha llevado a China estos últimos años contradice lo que la cumbre se compromete a hacer”, denuncia Wendy Lin, investigadora de Chinese Human Rights en Hong Kong. Se trata de un “espectáculo”, dice Lin a Efe, que el líder continuará protagonizando este lunes, cuando pronuncie su primer discurso como presidente chino en la Asamblea General de la ONU sobre paz y desarrollo.

Según Li, “la paz real y el desarrollo sostenible se basan en el pleno ejercicio de los derechos humanos” y, en ese sentido, añade, Xi está lejos de ser un referente.

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