La debilidad de Abás y Netanyahu podría dificultar proceso de paz

JERUSALÉN. La difícil situación de los líderes israelí y palestino, el primer ministro Benjamín Netanyahu y el presidente Mahmud Abás, respectivamente, podría dificultar los nuevos intentos de Washington de impulsar el reinicio de un proceso de paz.

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Prácticamente no hay semana que los medios israelíes no saquen a la luz nuevas revelaciones sobre los casos de corrupción y fraude que tienen como sospechoso a Netanyahu. Para varios de esos casos, su abogado, Mickey Ganor, y su estrecho colaborador, Ari Harow, han firmado acuerdos con la Fiscalía con el fin de testificar a cambio de un mejor trato en sus cuentas con la Justicia.

Abás, por su parte, se encuentra en uno de los puntos más bajos de popularidad desde que ocupa el cargo hace doce años, lo que quedó en evidencia en su invisibilidad en las recientes protestas en torno a la Explanada de las Mezquitas y en su aprobación de un decreto ley para detener a quienes critiquen en medios digitales a las autoridades.

Pese a ello, la Administración de Donald Trump -también en un momento débil por las investigaciones sobre las supuestas interferencias de Rusia en las elecciones estadounidenses y los disturbios de Charlottesville- insiste en sacar adelante un proceso de paz en Oriente Medio y enviará este mes una delegación para tratar la cuestión con ambas partes.

En esta comisión estarán tres pesos pesados: el asesor y yerno de Trump, Jared Kushner, el enviado especial para la región, Jason Greenblatt, y la viceasesora de Seguridad Nacional para Estrategia, Dina Powell.

Abás y Netanyahu “tienen serios problemas internos” y “no van a hacer gestos dramáticos. No van a firmar un acuerdo de paz mañana”, señaló a Efe el analista israelí y exembajador Robie Sabel, quien participó en el pasado en conversaciones de paz con Jordania, Egipto y los palestinos.

Sabel cree, sin embargo, que más allá de su situación actual, el problema reside en que estos dos líderes coinciden en que a ninguno de ellos “le gusta tomar decisiones difíciles. Lo que quieren es mantener el statu quo, que haya calma”. La presión estadounidense, no obstante, podría lograr que hubiera gestos de buena voluntad, considera.

Fuentes oficiales palestinas que pidieron no ser identificadas señalaron a Efe que “nadie tiene esperanza de que de esto vaya a salir nada, porque las condiciones objetivas (para que se reinicien negociaciones) no se han dado”.

La ausencia de un plan tanto por parte de Israel como de EE.UU. imposibilitan acceder a sentarse, agregan las fuentes, y subrayan que Washington aún no ha manifestado claramente si apuesta por la solución de dos estados o no. La reciente suspensión de la coordinación en materia de seguridad con Israel que anunció Abás es percibida como un intento de ganar legitimidad en la calle.

Mientras, otro problema palestino es la deteriorada salud del jefe negociador y secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, que está a la espera de un trasplante de pulmón y que ha sido quien ha encabezado las negociaciones durante cerca de dos décadas.

La denominada Crisis de Al Aqsa y su cierre con la retirada de las medidas extraordinarias de seguridad israelíes en el complejo (situado en territorio ocupado) también debilitó a Netanyahu ante la opinión pública, especialmente la de sectores de derecha, que lo vieron como una rendición ante los palestinos.

La académica israelí Naomi Chazan recordó hoy en una columna del digital Times of Israel que “la sabiduría convencional sugiere que conversaciones delicadas deben conducirse desde una posición de fuerza, cuando los líderes tienen apoyo popular y la habilidad de implementar asuntos sensibles”.

El inicio de cualquier tipo de proceso negociador que no sea desde estas posiciones, advierte, podría no ser más que una distracción para dar a los dirigentes un respiro de sus problemas internos. “Con dos líderes en sus días de declive, poca credibilidad puede darse al reinicio de negociaciones”, opina Chazan que, sin embargo, añade que, de producirse, estas podrían ser útiles, aunque no para avanzar hacia la paz, sino quizás para aliviar la situación humanitaria en Gaza o generar ideas creativas para acabar con el conflicto que queden en herencia a los próximos mandatarios.

Más optimista es el analista y periodista israelí Avi Isajarof, que valora que “el hecho de que los líderes se encuentren en una situación tan difícil puede dar a un proceso de paz rejuvenecido alguna atracción, una posibilidad remota de ventana de escape de sus problemas que tenga el beneficio de reajustar la base política de cada uno”. Una posibilidad ciertamente remota y en la que pocos en el terreno depositan hoy sus esperanzas.

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