La rebelión siria, bajo amenaza de colapso frente al régimen y su aliado ruso

BEIRUT. Los rebeldes sirios podrían desmoronarse tras los triunfos del régimen y de su aliado ruso en la ofensiva contra el bastión de Alepo, que puede marcar un giro en esta guerra de casi cinco años, según los analistas.

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Los insurgentes y sus aliados internacionales no tienen opciones para frenar el avance de las fuerzas del bando del régimen sirio de Bashar al Asad. Sobre todo desde el fracaso del reciente intento de negociaciones de paz auspiciadas por la ONU en Ginebra.

“Los rebeldes se encuentran en una pendiente descendente y la caída es cada vez más dura”, afirma Emile Hokayem, investigador del Instituto internacional para estudios estratégicos con sede en Londres.

La provincia de Alepo, en el norte de Siria, era un bastión rebelde, que permitía un acceso a la vecina Turquía, apoyo de la oposición. La ciudad epónima, antigua capital económica del país, está partida en dos desde mediados de 2012. Los rebeldes controlan el este y las fuerzas del régimen, el oeste.

Pero las fuerzas gubernamentales fueron ganando terreno en los alrededores de Alepo y el avance de esta semana estrechó el cerco sobre los insurgentes.

“Es un giro en la guerra”, estima Fabrice Balanche, geógrafo experto en Siria. “La oposición quería convertir Alepo y la provincia (aledaña) de Idleb (noroeste) es la base de una ’Siria libre’. Se acabó”, dijo.

Alepo es una muestra “espectacular de la forma en la que la potencia aérea y estratégica rusa compensó las capacidades relativamente débiles del régimen”, asegura Faisal Itani, del Centro Rafic Hariri para Oriente Medio, dependiente del grupo de reflexión estadounidense Atlantic Council.

Moscú dice que bombardea al grupo yihadista Estado Islámico (EI) , pero los analistas y los militantes consideran que los rusos se centran sobre todo en los rebeldes no yihadistas para reforzar al régimen de Asad.

Los rebeldes y los aproximadamente 350.000 civiles todavía en el interior de Alepo se exponen a un asedio de las fuerzas pro régimen, una táctica de efectos devastadores empleada para hacer caer otros bastiones de la insurgencia como Homs (centro).

“Buena parte de los rebeldes y de los civiles podrían morir a causa de los bombardeos, del hambre y de las privaciones causadas por el cerco”, según Itani.

La guerra siria, que comenzó en marzo de 2011 con la represión sangrienta de manifestaciones pacíficas que reclamaban democracia, causó más de 260.000 muertos. La oposición se sintió traicionada cuando sus aliados internacionales interrumpieron los suministros de armas, justo antes del anuncio de negociaciones de paz para finales de enero en Ginebra que se saldaron con un fracaso.

“Lo que más frustra a los rebeldes son estos países que pretenden ser amigos de Siria y se contentan con palabras bonitas”, declaró a la AFP por internet Mamun al Jatib, director de la agencia de prensa Shahba, radicada en la provincia de Alepo y favorable a los rebeldes. “Entre tanto, Rusia e Irán ocupan el territorio sirio”, lamenta.

Los rebeldes parecen estar atados de manos.

“Ya no tienen muchas reservas de hombres, debido a que otras zonas rebeldes también se encuentran bajo presión” , principalmente en el sur en Deraa, destaca Itani.

Durante mucho tiempo, los insurgentes intentaron obtener armas antiaéreas de sus aliados internacionales pero Washington se negó por miedo de que cayeran en manos de yihadistas como el Frente Al Nosra, rama siria de Al Qaida, o del EI.

Como se sienten traicionados por sus aliados internacionales, algunos rebeldes podrían verse tentados de unirse a grupos yihadistas, advierte Hokayem. Todo apunta a que el régimen consolidará el control sobre la llamada “Siria útil”, en el oeste y el centro del país.

“Asad y Rusia quieren (...) dejar a los estadounidenses que se ocupen del monstruo yihadista en el este”, precisa Hokayem. “Y funciona”.

Según los analistas, el avance de las fuerzas progubernamentales ha colocado al régimen de Asad en una posición de fuerza desde la que puede rechazar hacer concesiones, impidiendo negociar a la oposición. “Aquellos que hubieran querido negociar en Ginebra habrían sido acusados de traición” , dice Balanche.

Para Hokayem el proceso de paz, aplazado al 24 de febrero, es un “espectáculo” que no dará frutos.

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