Líbano vota mañana por primera vez en casi una década

Líbano celebra mañana elecciones legislativas en casi una década con equilibrios políticos históricamente frágiles que el caos regional. Gran parte de la población dice tener pocas ilusiones frente a una clase acusada de corrupción y nepotismo.

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BEIRUT. El Líbano vive hoy un día de reflexión para las elecciones parlamentarias de mañana, las primeras que se celebran en el país desde 2009 debido a la inestabilidad política, que sigue presente por las tensiones regionales.

En un ambiente expectante, las calles de la capital libanesa, Beirut, estaban hoy repletas de carteles electorales con diferentes candidatos que competirán para ganar un escaño de los 128 repartidos en el Parlamento.

Unos 3,5 millones de libaneses están llamados a votar. Una vez selladas las urnas, comenzará el recuento que, según lo previsto, concluirá antes de la madrugada del lunes y dará a conocer los elegidos entre unos 700 candidatos, 86 de ellos mujeres, agrupados en 77 listas electorales.

Crisis económica, tensiones regionales, corrupción, una invasión de refugiados sirios que no podrán regresar a casa rápidamente, muchos problemas amenazan la estabilidad de Líbano.

La República Libanesa es una democracia parlamentaria, con representación dividida en función de las comunidades étnico-religiosas.

Se reserva el puesto de presidente a un cristiano maronita, la jefatura de Gobierno a un musulmán suní y la del Parlamento, a un chií. El país está dividido en cinco provincias. Su Constitución de 1926 ha sido enmendada en varias ocasiones, la última en 1998.

El actual presidente Michel Aoun fue elegido por seis años por la Asamblea Nacional, mientras que el primer ministro actual Saad Hariri, fue nombrado por el Presidente tras consultar a los parlamentarios.

El Legislativo

La Asamblea Nacional cuenta con 128 miembros, la mitad de los cuales son cristianos y la otra mitad, musulmanes. Presidente actualmente el Parlamento: Nabih Berri.

Están representados de forma proporcional todas las comunidades religiosas que conviven en la nación.

El reparto de los escaños por comunidad religiosa es el siguiente: 34 para los cristianos maronitas, 27 para los musulmanes suníes, 27 para los musulmanes chiíes, 14 para los griegos ortodoxos, ocho para los griegos católicos, ocho para los drusos, cinco para los armenios ortodoxos, dos para los alauíes, uno para los protestantes, uno para los armenios católicos y uno para las minorías cristianas.

Los analistas no esperan grandes cambios en la configuración del Parlamento, hoy controlado por el grupo chií Hizbulá; la suní Corriente del Futuro, del primer ministro, Saad Hariri; y el la cristiana Corriente Patriótica Libre, del presidente Michel Aoun, las tres principales fuerzas de este sistema que reparte cuotas entre las diferentes confesiones religiosas.

La campaña electoral cesó hoy oficialmente por el día de reflexión, conforme la nueva y compleja ley electoral que, tras arduas negociaciones, se aprobó en 2017.

Durante la campaña, los candidatos de las listas rivales, e incluso de la misma, no han dudado en acusarse mutuamente de ser corruptos y del estancamiento de la economía, que alimenta el desempleo y la emigración.

Por primera vez, estos comicios se celebran bajo el sistema proporcional y con voto preferencial bajo la supervisión, entre otros, de la Unión Europea (UE).

Una de los electores, Karene Safi, de 33 años, quien votará en el barrio cristiano de Achrafieh, en el este de Beirut, asegura emocionada a Efe que votará al grupo independiente Kuluna Watani (Todos por mi Patria) ya que es “ la primera vez que la sociedad civil esta representada en un solo bloque”. Sin embargo, los pronósticos le otorgan un papel residual a ese grupo y prevé pocos cambios en el mosaico parlamentario, repartido en función de la religión: la mitad cristianos y la mitad musulmanes.

El historiador libanés Georges Corm explicó que la nueva ley electoral “no es transparente, complica los problemas, sobre todo, cuando tenga lugar el recuento de votos”.

“El voto preferencial va a enmarañar” el proceso, agregó, vaticinando que se presentarán muchos recursos contra algunos ganadores.

Corm consideró que “las fuerzas tradicionales conservarán el poder”, lo que garantizaría a Hizbulá –aliado de Irán y considerado “terrorista” por algunos países– mantener su dominio en la cámara en asociación con diputados afines de otras comunidades religiosas.

La influencia de Irán en la política libanesa, así como la de Arabia Saudí, previsiblemente seguirán jugando un papel importante sea cual sea el resultado.

La crisis política de tintes regionales se complicó el pasado noviembre con la dimisión sorpresa de Hariri durante un viaje a Arabia Saudí, lo que elevó las tensiones entre Riad y Teherán.

La situación se resolvió semanas después cuando el primer ministro dio marcha atrás a su decisión, que había justificado, en parte, por las intromisiones iraníes en la política libanesa a través de Hizbulá.

Las elecciones llegan después de tres prolongaciones del mandato del Parlamento –en 2013, 2014 y 2017–, amparado por la inestabilidad política generada por la guerra en la vecina Siria.

El desacuerdo entre las fuerzas se plasmó en su incapacidad para llegar a un acuerdo para designar al jefe de Estado, lo que causó un vacío de poder entre 2014 y finales de 2016. 

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