Los homosexuales de Indonesia, víctimas de represión y ataques masivos

YAKARTA. La pequeña comunidad homosexual de la conservadora Indonesia, país de amplia mayoría musulmana, sufre una súbita e inesperada campaña de represión, con batidas antigay o ataques ministeriales o religiosos.

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El mes pasado, el ministro de Educación superior, Mohamad Nasir, había denunciado el apoyo psicológico propuesto a los estudiantes homosexuales por una universidad. Ello generó un duro debate e inició, según los militantes de derechos homosexuales, una campaña de represión.

La comunidad gay representa una “amenaza” y para combatirla hay que utilizar “técnicas de guerra moderna”, insistió esta semana el ministro de Defensa Ryamizard Ryacudu. “Es peligroso, pues no se puede ver quiénes son nuestros enemigos. Pues todo el mundo ha padecido un lavado de cerebro” favorable a los gays, aseguró el ministro al sitio de informaciones Tempo.

El gobierno ha cerrado varios sitios LGBT (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero), prohibido emisiones televisadas y pedido la supresión de los emoticones específicos —como los que representan a hombres de la mano, o con la bandera arcoiris— en las aplicaciones de mensajería instantánea.

El consejo de los Ulemas de Indonesia, la más alta instancia del Islam, pide la criminalización de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Ya no serán sólo “desviadas” sino inconstitucionales, aseguró. Según la prensa, los parlamentarios reflexionan sobre una ley al respecto.

La homosexualidad es un tema tabú en Indonesia, país musulmán más poblado del mundo. Hubo en el pasado ataques físicos y verbales contra los homosexuales. Pero la homosexualidad es legal en la mayoría del territorio, salvo en la muy conservadora provincia de Aceh, y los gays viven generalmente tranquilos.

Las causas de la controversia actual no son fáciles de determinar, pero se producen después de presiones de jefes religiosos y conservadores para reforzar la moral pública, con medidas contra la prostitución, la droga y el alcohol. Los más conservadores temen que la comunidad LGBT busque avances considerados como inmorales y contrarios a la cultura indonesia, como el matrimonio homosexual.

Los que trabajan con la comunidad LGBT aseguran por su lado que hay un aumento de abusos y de acoso a través de internet. El Frente de defensores islámicos, un grupo radical, llevó a cabo batidas en pensiones de la ciudad de Bandung en busca de parejas del mismo sexo. En Yogyakarta, extremistas se congregaron ante una escuela islámica reputada por acoger a alumnos transgénero, antes de descubrir que éstos ya habían abandonado el lugar.

“Es cada vez peor. Se ha convertido en algo peligroso para nosotros”, dice a la AFP Ryan Korbarri, secretario general de la Asociación de defensa de los gays, Arus Pelangi. Esta campaña choca a los defensores de los derechos humanos en el extranjero. El presidente indonesia Joko Widodo debe “condenar urgentemente esta retórica anti-LGBT de las autoridades antes de que abra la vía a nuevos abusos”, comentó la ONG Human Rights Watch.

El presidente permanece en silencio pero muchos miembros del colectivo gay confían en él. En efecto, las promesas de Jokowi, como es llamado en Indonesia, de luchar contra los abusos y defender a las minorías le han valido el apoyo de la casi totalidad de la comunidad LGBT, explica Teguh Iman, de Suara Kita, otra organización de defensa de los derechos homosexuales.

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