Nepal cambia a su niña diosa por una de tres años

KATMANDÚ. Una niña de tres años fue elegida como la nueva kumari de Nepal, la tradicional niña diosa viviente que veneran hindúes y budistas en el país del Himalaya desde hace 500 años.

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La niña Trisnha Shakya fue llevada entre una nube de fotógrafos y en brazos de su padre al palacio Kumari Ghar de Katmandú, donde pasará recluida los próximos nueve años con esporádicas salidas al exterior en festividades religiosas.

“Tenemos a Trishna Shakya como la nueva diosa. Ella ha reemplazado ahora a Martina Shakya, que ha completado los nueve años”, dijo a Efe el sacerdote Uddhav Karmacharya, uno de los miembros del comité que seleccionó a la nueva niña diosa.

“Elegimos a Trishna entre muchas otras niñas debido a que su carta astrológica era más adecuada que la de las otras”, explicó.

Las niñas kumari (palabra que significa niña soltera) son tres -la de Katmandú, Lalitpur y Bhsktaptr-, han de pertenecer a la comunidad indígena de Newar y a la familia Shakya y, en el momento de ser elegidas, tener entre dos y cuatro años.

Además, deben cumplir una serie de requisitos, como tener una determinada carta astrológica o una voz clara.

Según la tradición, son la reencarnación de la diosa hindú Kali y su mandato se extiende hasta que llegan a los 12 años, momento en el que presuntamente menstrúan por primera vez y a partir del cual abandonan el templo.

A menudo vistas como una atracción turística, las niñas diosas reciben educación en el complejo en el que se encuentran recluidas, donde incluso llevan a cabo los exámenes oficiales, y pueden recibir la visita diaria de sus padres.

Es el caso de Martina, elegida en 2008, fue la primera kumari del periodo republicano pese a que la tradición de las niñas diosas se encontraba muy ligada a la ya extinta monarquía nepalí.

“Ella es libre ahora y puede estudiar donde quiera. También puede casarse si lo desea”, explicó a Efe el sacerdote Karmacharya sobre la kumari saliente, que fue despedida con honores de estado.

Para las familias de las niñas diosas su elección suele constituir un motivo de orgullo, pese al aislamiento que padecen las menores en los años posteriores.

“Es un momento de orgullo para nosotros. Estoy extremadamente feliz de que mi hija haya sido elegida como la diosa viviente”, dijo a los medios el padre de la nueva kumari, Bijay Ratna Shakya.

De hecho, cientos de personas en la capital nepalí acompañaron a la nueva kumari en una procesión con música tradicional desde su casa hasta el templo de Taleju, donde se llevó a cabo la ceremonia de bienvenida y coincidió con su predecesora.

Después, la antigua kumari fue despedida con un homenaje del Ejército y llevada en una carroza escoltada por cientos de personas al hogar que abandonó hace casi una década para convertirse en niña diosa. 

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