Pocos misterios por aclarar una semana después del accidente del A320

Pocos misterios quedan por aclarar en el accidente del A320 de Germanwings en los Alpes franceses hace una semana, después de que la grabación contenida en la primera caja negra apuntara a un suicidio del copiloto como principal hipótesis.

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Los investigadores continúan buscando la segunda caja negra, la que contiene los datos del vuelo, pero los expertos consideran que poco va a aportar a la explicación de la tragedia que se cobró la vida de los 150 ocupantes del aparato.

La Oficina de Investigación y Análisis (BEA) francesa, encargada de las pesquisas técnicas del siniestro, indicó hoy que los parámetros de vuelo, recogidos en la segunda caja contribuirán a “describir más precisamente, desde un punto de vista técnico”, el desarrollo del trayecto.

A partir de la grabación de lo que sucede en la cabina de pilotaje, la Fiscalía de Marsella, al frente del caso, estableció ya que el comandante, Patrick S., salió al baño media hora después del despegue del aparato de Barcelona con destino a Düsseldorf. En ese momento, el copiloto, Andreas Lubitz, programó una altura muy baja en el piloto automático. La segunda caja negra podrá determinar qué altura exacta estableció, aunque no es un dato determinante, porque en todo caso el aparato iba a estrellarse.

También apuntará el momento en el que Lubitz comienza a programar el descenso, algo que no ha quedado registrado con precisión en la grabación de la primera caja. El control aéreo francés situado en Aix-en-Provence detectó la extraña maniobra y trató de contactar a los pilotos, sin éxito. Ese dato fijará con precisión cuánto tiempo duró la caída del avión.

El A320 de Germanwings no tenía un comportamiento normal, puesto que en caso de avería debería virar a izquierda o derecha y, sin embargo, mantuvo el rumbo programado. El piloto automático no dejó de funcionar, según se desprende del registro de la primera caja negra. Ahí fue cuando el control aéreo activó las alarmas.

Cinco minutos después de haber abandonado la cabina, el comandante trató de regresar a su puesto pero encontró la puerta bloqueada. Llamó de forma insistente, lo que quedó grabado en la caja negra hallada, pero no obtuvo respuesta. Lubitz había pulsado la tecla que bloquea la puerta, un mecanismo obligatorio en todos los aviones después de los atentados del 11-S en Estados Unidos para evitar la injerencia de terroristas en el puesto de pilotaje.

Ante la falta de respuesta, el comandante trató de abrirla con ayuda de un instrumento que hay en los aviones para romper las ventanillas en caso de accidente. Pero la puerta blindada resistió y el comandante no logró abrirla. Los pasajeros comenzaron entonces a inquietarse mientras el avión continuaba su descenso.

El silencio era total en la cabina de pilotaje, donde la caja negra registró, sin embargo, la respiración inalterada del copiloto, señal de que estaba vivo, según la Fiscalía. Unos 40 minutos después del despegue, el avión golpeó una zona montañosa. La caja negra grabó los gritos de los pasajeros. Segundos más tarde, el aparato se estrelló en el macizo de los “Trois Évêches”, lo que causó la muerte de sus 150 ocupantes.

El BEA indicó también que la investigación de este caso debe servir para prevenir sucesos similares, por lo que estudiarán de forma profunda el mecanismo de bloqueo de las puertas de la cabina. Pero los expertos consideran que no es en ese punto donde está la clave.

“Poner dos personas en la cabina no es la solución. Si alguien quiere suicidarse puede hacerlo simplemente girando el avión en el momento del aterrizaje y nadie puede impedírselo”, aseguró a Efe el experto en accidentes aeronáuticos Gérard Feldzer. La clave, agrega, está en mejorar el seguimiento psicológico de los pilotos “como se hace con los astronautas”. 

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