Presidente de Nicaragua, contra la pared por muertes en protestas

MANAGUA. El presidente Daniel Ortega, enfrenta esta semana las protestas más fuertes en sus 11 años de gobierno, que dejaban tres muertos y decenas de heridos, desatadas por las reformas al seguro social que la población teme afectará su economía

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Las manifestaciones contra las reformas se intensificaron el viernes por tercer día consecutivo con marchas, barricadas, choques con la policía y ataques a instalaciones del gobierno en Managua y otras ciudades del país.

“Estamos en contra de estas reformas, que entienda este gobierno que está tocando el bolsillo de los nicaragüense”, exclamó indignado Juan Bautista, durante una protesta en Ticuantepe (sur), donde dijo fueron brutalmente atacados por antimotines.

La policía contabilizaba hasta este viernes al menos tres muertos, así como dos civiles y 27 oficiales heridos, mientras que la oposición reportaba más de 60 lesionados en protestas que no dan señal de aplacarse. Hacia el anochecer, las sirenas de las ambulancias trasladando heridos a los hospitales y las detonaciones seguían sonando en la capital.

Los empresarios se plegaron a las protestas y llamaron a participar el lunes en una marcha en Managua vestidos de blanco, en tanto el líder de la principal patronal, José Aguerri, urgió al gobierno a evitar que se siga “derramado sangre” y a buscar el diálogo.

- Incendios, choques y destrucción -

Durante la jornada los estudiantes se enfrentaron con la policía y levantaron barricadas en las cercanías de la Universidad de Ingeniería, de donde fueron desalojados con violencia, y prendieron fuego a al menos dos de los llamados “árboles de la vida” de la capital, gigantescos árboles metálicos e iluminados que simbolizan al gobierno.

El Gobierno denunció “que vándalos atacaron con bombas molotov” e incendiaron la entrada principal de la oficialista Radio Ya, en la capital. Además acusó a los manifestantes de causar daños en el Ministerio de la Juventud, así como en una alcaldía y un centro universitario –prendido en fuego– en otras dos ciudades.

Por su parte, partidarios sandinistas agredieron a manifestantes en las cercanías de la Catedral de Managua, en cuyo interior varios estudiantes habrían quedado atrapados hasta horas de la noche. “No vamos a dejar solos a los jóvenes (...) los vamos a proteger a toda costa”, afirmó en un tuit el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez.

A las protestas se sumaron por la tarde cientos de trabajadores del sector privado y por la noche se registraron violentos incidentes frente al edificio del Seguro Social. Por transmitir las manifestaciones, cuatro medios televisivos independientes fueron bloqueados por el gobierno el jueves.

Un día después sólo uno continuaba fuera del aire. Al menos nueve periodistas resultaron heridos en las protestas, según el neoyorquino Comité para la Protección de Periodistas. “Llamamos a las autoridades de Nicaragua a parar de atacar a la prensa independiente y permitir a los periodistas cubrir las protestas sin amenazas ni acoso”, dijo Carlos Martínez de la Sierra, director de programa del comité.

El gobierno suspendió las clases y movilizó a sus partidarios a las calles, desestimando los pedidos de los manifestantes. “Parecen vampiros reclamando sangre para nutrir su agenda política”, expresó la vicepresidenta y portavoz oficial, la primera dama Rosario Murillo.

“No nos va a temblar el pulso para defender esta paz. Vamos a defender nuestras conquistas”, donde sea y con lo que sea, advirtió el presidente del Parlamento, el oficialista Gustavo Porras durante la manifestación oficialista en Managua.

Reacción inesperada

Las manifestaciones han tomado por sorpresa al Gobierno, que había logrado hasta ahora disuadir las protestas mediante la influencia que su partido ejerce sobre el aparato público y militar.

“Es una protesta que nació de las bases; no hay un movimiento, ni partido político” que la dirija, y “creo que agarró al Gobierno fuera de base; no esperaban esta reacción”, explicó a la AFP el analista político independiente Óscar René Vargas.

Según expertos, la población ha soportado en silencio el encarecimiento de la vida por las constantes alzas de los combustibles, de las tarifas de luz, despidos en el sector público y reducción de beneficios sociales a raíz de la caída de la cooperación venezolana.

La gente también ha expresado inconformidad con la respuesta oficial al reciente incendio en la reserva forestal Indio Maíz y con las irregularidades en los procesos electorales, que según la oposición han sido amañados para favorecer al oficialismo.

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