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“Todos los países debemos ayudar. Nuestro objetivo es establecer un diálogo para encontrar soluciones inmediatas, a medio y largo plazo (...) La principal prioridad es ayudar a las personas que actualmente se encuentran en el mar”, dijo Tanasak en rueda de prensa.
Representantes de 17 países y de organizaciones internacionales participan en la reunión en Bangkok convocada por Tailandia, que a principios de mes encontró de decenas de tumbas en campos clandestinos para inmigrantes en el sur del país.
A raíz de la operación tailandesa, miles de emigrantes de Bangladesh y de la minoría musulmana rohinyá, perseguida en Birmania (Myanmar), fueron abandonados por los traficantes en alta mar.
Unas 2.600 personas seguirían a día de hoy atrapadas en alta mar en el golfo de Bengala, según estimaciones de la ONU, mientras otras lograron llegar a Indonesia y Malasia, el destino preferido por la mayoría.
Tanasak aseguró que no existe una cifra exacta de personas que podrían encontrarse en este momento en el mar e insistió que la reunión “sirve para conocer en qué medida puede ayudar cada país (...) en este problema global”.
Estados Unidos, a través de la asistente del Secretario de Estado, Anne Richard, alertó que miles de inmigrantes en situación vulnerable se encuentran a la deriva en aguas del Sudeste de Asia y que necesitan un rescate urgente.
Tailandia ha enviado dos fragatas a la zona para controlar e investigar el tráfico y servir de ayuda humanitaria en caso necesario, y ha dado permiso a los aviones estadounidenses desplazados a la región para sobrevolar sus aguas territoriales.
Durante la sesión de apertura, todos los participantes evitaron referirse directamente a los rohinyá ante las amenazas de la delegación birmana de abandonar la sala si surge el asunto y a pesar de que los organizadores aseguran que no se han dado “instrucciones y todo el mundo puede hablar con libertad”.
“Cada país tiene sus propios retos locales”, aseguró en su discurso inicial el representante birmano que instó a la ONU a “informarse mejor”.
Al encuentro asisten Afganistán, Australia, Bangladesh, Birmania, Camboya, India, Indonesia, Irán, Laos, Malasia, Nueva Zelanda, Pakistán, Papúa, Filipinas, Sri Lanka, Vietnam y Tailandia.
También hay observadores de Estados Unidos y Suiza, y delegados de las agencias de Naciones Unidas para los refugiados, las migraciones y contra el crimen.