Aborto: un nuevo holocausto

En uno de los canales de la TV argentino estaban entrevistando a una de las dirigentes estudiantiles que estaban ocupando uno de 20 colegios, para apoyar el proyecto de ley del aborto; y me sorprendió, en primer término, el bajo nivel educativo de esas estudiantes, ya en la ultima etapa de la secundaria, porque no supieron explicar que significaba la gestación.

Pero no terminó allí mi estupor, porque a la pregunta de qué era un embrión tampoco pudieron contestar, y ellas estaban apoyando nada más y nada menos que se legalice el asesinato de bebés en el seno materno, repitiendo como bendito las conocidas frases, ya preconcebidas en esos colectivos, respondiendo a un guión que viene enlatado de otras latitudes, especialmente de los centros mundiales del poder, que son la matriz de la ideología de genero.

Por un lado esto nos revela que no solo nosotros tenemos un nivel educativo mediocre y por otro, la tremenda irresponsabilidad de esas jóvenes que solo expresan criterios ideológicos y no encuentran fundamentos en el orden natural ni biológico ni filosófico, ni tampoco en el derecho natural, y tampoco en el derecho positivo que tiene como base fundamental el respeto a la vida humana y que ella se inicia con la concepción, según demostración contundente de la ciencia, confirmada por la propia Academia de Medicina de la Argentina, que por supuesto no esta integrada por principiantes ni por improvisados profesionales.

Pero lo que rebasó todos los limites de mi sorpresa, fue la exposición de un diputado que decía: “Que no me venga la ciencia a decir cuando empieza la vida o cuando se inicia la vida, porque eso debe corresponder a un criterio sociológico o antropológico...”, ¿o sea que una persona podría orondamente dejar los datos de la ciencia para basarse en posiciones dogmáticas, sin demostrar lo contrario? Estamos todos locos. ¿Si esto no es ideología de genero, qué es? Con este criterio, podría aparecer un Jim Jones, el delirante pastor que llevó al suicido colectivo a sus adeptos fanatizados y lavados de cerebro, en la Guayana, allá por los años 70 del siglo pasado, haciéndoles creer que llegaba el fin del mundo y que Dios les pedía ese sacrificio.

En fin, la política del aborto indiscriminado está llevando a la humanidad a protagonizar un nuevo holocausto que desde su implantación por ley ya ha significado el asesinato de mas de 40 millones de bebes.

Julio Giménez