¿Dios salió a las calles de París a matar?

No creo que Dios diga a nadie: toma un arma, ponete una bomba en la cintura y salí a matar gente. No sé de qué clase de Dios estamos hablando, más allá de las diferencias que podemos tener al respecto. O por lo menos no entiendo a ese Dios. ¿O acaso existe uno que por salvar unos cuantos puede dar permiso para liquidar a muchos sin piedad, sin nada que ver en el asunto, a cambio de la entrada a su paraíso? ¿Solamente porque es diferente su forma de entender las cosas de una religión? Muchos no volvieron a sus casas, al menos, vivos. Porque pensamos que tenemos la última y única razón. Y los otros que no comulgan con nuestras ideas son insectos que aplastar. No creo tampoco que la soberbia sea la virtud de ningún Dios, llámese como se llame. O entonces no sería un Dios. O se está utilizando su nombre para desatar nuestras locuras, nuestras pesadillas.

Algo siniestro se está gestando en todo esto, y siguen cayendo víctimas, día tras día. Quedaron olor a pólvora, manchas de sangre, y cuerpos destrozados, en calles, teatros y restaurantes. Más de 160 muertos, en 7 ataques en la ciudad de París, donde por un momento volvieron los demonios de la guerra. Esa noche de viernes 13 no creo en absoluto que ningún Dios, ni el mío ni el de ellos, esté con la conciencia tranquila. Yo sé que soy demasiado pequeño para comprender ciertas cuestiones divinas. Y que me va a costar tanto aún para llegar a asimilar esto que he visto en vivo, de golpe, mientras hacía zapping, en la transmisión televisiva, como si fuera un espectáculo. Si existe en realidad ese Dios que impulsó esa carnicería humana, prefiero estar con el mío y de tantos, creo, que soluciona sus diferencias de otra forma, con paz y amor, por más que sean en este mundo que nos toca vivir artículos que no gozan de la preferencia de quienes pueden solventar económicamente la masacre que enluta a la gente que pensamos todavía que no todo es locura, ni dinero, ni petróleo. Que un Dios decente no creo que lo consuma.

Entendemos, y no hace falta ser un teólogo, que se está usando su nombre. Y si estamos equivocados, por lo menos en memoria de los caídos, dejemos a la humanidad en un cuarto intermedio de silencio, dolor, profunda pesadumbre, mientras entierran los muertos que sembraron, por su causa. Que por lo menos exista ese armisticio, y se lo pedimos a ese Dios, que se llevaron estas almas.

Juan Pastoriza