El vía crucis de Lola

Lola era la típica kuña paraguái, mbarete, guapa hasta que hace 4 años se le detectó un cáncer, a partir del cual comenzó un verdadero camino hacia un Gólgota incierto, un vaivén de oportunidades y desencuentros en pos de su salud.

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Los que seguimos de cerca este calvario, pudimos vivir con ella la penosa situación de un enfermo oncológico en el Paraguay, país, cuya 2ª causa de muerte es el cáncer y donde deberían abundar fármacos, especialistas y hospitales ante la cruel demanda. Lo más anecdótico de esta historia, es la forma como ella encaró su nuevo estilo de vida, paciente, serena, guerrera, como si los enfermos fuéramos nosotros, los que de alguna manera la acompañamos. Y es justamente, que viéndola pelear contra este enemigo poco conocido, nos embarcamos con ella en un penoso vía crucis.

El Hospital del Cáncer, donde hemos visto a miles de personas sin distinción de sexo, edad o clase social, es apenas una parada obligatoria para lo que sabemos, será una batalla muy difícil por las carencias propias del lugar. Aunque, nobleza obliga, debo decir que he hallado en ese mismo infierno, parecido al infierno de Dante, a seres humanos increíbles, que, haciendo honor a su profesión de enfermeros o médicos, sostienen hasta la última gota de fe que les queda a los que buscan desesperados una respuesta a su mal. Destaco a profesionales con mayúscula como la doctora Rita, el doctor Villalba y de pie, menciono al doctor Reichert, por anteponer su humanidad a su profesión y hacer del último pasaje de Lola, un tránsito menos doloroso.

En mi impotencia, he averiguado en tantos nosocomios sobre la imposibilidad de atender a los pacientes oncológicos, llegando a indagar hasta el presupuesto general de los Hospitales en el Paraguay. G. 4,8 billones son destinados a Salud, de los cuales solo G. 40 mil millones se destinarán a los pacientes oncológicos, que generan la segunda causa de muerte en Paraguay.

He indagado a dónde va la mayor parte del saldo de este presupuesto, y me encontré con una realidad conocida por todos: a los Hospitales de Traumas, donde cada día cientos de personas son atendidas por causa de los accidentes de tránsito. ¡Y no es que este mal! ¡Es que es injusto! Porque aún no podemos evitar al cáncer, pero si podemos lograr que disminuyan los accidentes de tránsito, que día a día consumen el presupuesto de Salud, robando la posibilidad a cada paraguayo de obtener una medicación, una sala de hospital, un especialista, para prevenir y/o paliar enfermedades como el cáncer, entre otras.

Nuestra sociedad llora a sus muertos oncológicos, culpa al Estado por no dar respuestas, pero consume bebidas alcohólicas, o las vende de manera reprochable a jóvenes irresponsables y a otros tantos adultos, enlutando hogares y llenando los hospitales de víctimas que tal vez nunca más podrán recuperarse. ¡Cuánta hipocresía social! Cuanto pecado de omisión, por callarnos, por no decir las cosas como son, por no tener el coraje de cambiar algo que es tan visible y cotidiano…

Lola se fue, luchó 4 años, tiempo en el cual su familia batalló por obtener medicamentos, pero casi siempre los tuvo que adquirir pagándolos, porque no se le podía negar la vida a una mujer que luchaba a cada segundo por vencer esta batalla. ¡Cuántas familias agotan sus bienes a cambio de un día más de vida de sus seres queridos! 

¿Por qué seguir robando, dinero, espacio y profesionales a quiénes de verdad quieren vivir? ¡Tendremos que volver a empezar como sociedad, educando a nuestros hijos, valorando el inmenso don que es la vida! Los padres debemos volver a ejercer el liderazgo en las familias, con el ejemplo, para que los jóvenes ya no estén desorientados y perdidos en una sociedad que hace agua por todos lados.

Perdón Lola, porque, aunque la Constitución Nacional diga que tus derechos de protección a la salud estaban garantizados como ciudadana paraguaya, no hemos podido darte una mejor oportunidad llevándote hasta el Gólgota, donde por fin pudiste descansar.

Isabel Ortiz

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