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Trato de comprender qué es lo que sucede en la mente humana, que es tan sensible a la corrupción. Tan débil es nuestra mente. Tan pererî son nuestros valores, o mejor sería la palabra disvalores, que creemos que el tener lujos, comodidades, mucho dinero, nos haría más lindos, más queridos, tendríamos más amigos. Y no termina ahí, sino ostentar, mostrar contar, hacer gala de lo que se posee. Es lo que se descubrió en estos días en las fuerzas públicas o la Policía Nacional, entidad que debe resguardar a la ciudadanía, darnos seguridad, y hace todo lo contrario. Por eso considero que el castigo a estos malandros debería ser el doble, porque, aparte que están robando descaradamente, se jactan otra vez; es más que una burla a todo un pueblo que quiere entrar en la senda del progreso, y una preocupación mía y de muchos es que ojalá no acabe en el famoso oparei. Que la diosa Astrea se erija triunfante.
Eleuterio Simón Samudio Franco