Importancia de la lectura

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Desde la primera edición en junio de 2014 de mi opúsculo titulado “Hojas sueltas” –y que trata de la crisis casi permanente de la instrucción y de la educación en el Paraguay– he estado alimentando la esperanza de que las autoridades encargadas de la educación hayan empezado a tomar medidas tendientes a mejorar ligeramente la enseñanza de los idiomas oficiales del Paraguay. Esto sería una misión altamente patriótica por la cual la generación actual y futuras estarían eternamente agradecidas. Aunque parezca una paradoja, la desesperación me alienta a continuar mi esfuerzo kamikaze con el mismo objetivo, al constatar hechos como el siguiente: el señor ministro del Trabajo ha puesto a disposición de la ciudadanía cinco mil empleos. En el concurso de capacitación para llenar los cargos solamente salvaron quinientos candidatos, es decir, diez por ciento de los postulantes no tuvieron la capacidad de aprobar las materias básicas para los cargos, las cuales supongo que hayan sido castellano y aritmética.

El hecho arriba mencionado pone más que nunca en evidencia la necesidad de promover la lectura y su interpretación. Ahí está el problema: el analfabetismo funcional, el cual constituye un mal “endémico” en nuestro país; quizás sepas leer, pero no puedes entender lo que lees.

Jamás quise mezclar el tema “política” en mis escritos, pero buscando una de las causas de la posición vergonzosa del Paraguay en la encuesta sobre la educación en América del Sur, llegué a la conclusión de que la política sí tuvo y sigue teniendo un efecto negativo en este asunto. Y ¿por qué? En el afán de captar votos, cada partido llena los cargos en el ministerio con docentes ni siempre capacitados para la función de instruir y educar. Además, como ya afirmé anteriormente con conocimiento de causa, el ministerio no controla las instituciones de enseñanza, donde hay la inicua práctica de aprobar alumnos que no están capacitados para pasar los exámenes correspondientes. Esto vale para la enseñanza primaria, secundaria y la universidad, donde, según las malas lenguas, se llega a vender títulos.

Así llegamos a la triste situación de no solo contar con una importante mayoría de desempleados, pero peor aún, de inempleables, como bien dice el Dr. Benjamín Fernández Bogado.

Y ahora yo pregunto: ¿Vamos a asistir de brazos cruzados al caos que aumenta o vamos a inyectarnos una gotita de patriotismo y hacer algo para el bien de nuestros compatriotas y sus descendientes?

Gilda Hellmers

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