La venida del Papa

Por doquier escucho las quejas por lo que se va a gastar en organizar la venida del papa Francisco a nuestro país. El repique del tambor apunta a que ese dinero se debería invertir en educación, en salud, etc., etc.

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La mayoría de esas personas que se quejan expresan alguna animadversión hacia la religión católica, y ese es el único impulso que les mueva a opinar en contra, sin analizar los beneficios socioeconómicos que ya lo hicieron saber varios periódicos, que dejaron claro que lo que se invierta en la venida del Papa a tierras guaraní se quintuplicará en movimiento comercial.

Más allá del dinero, me doy cuenta de la falta de tolerancia que reina, y sobre todo la falta de análisis pragmático de la situación. Para los que supuestamente se declaran “ateos”, deberían ver al Papa como una estrella de rock que viene al país. El Papa es el Bruce Dickinson, el Axl Rose, el Steven Tyler, o el Paul McCarney –por citar algunas de las estrellas de rock que visitaron nuestro país– de los católicos, entonces porqué razón no los dejan celebrar su venida.

Me van a decir que se va a gastar dinero público. Pues está previsto que con la visita de un jefe de Estado el país anfitrión le brinde una permanencia acorde a su investidura. Recordemos que el Papa es jefe de Estado del Vaticano.

Y no está demás decirles a los escépticos que el ser humano no solo es cuerpo, también es alma, espíritu, ideas y necesita de lo intangible, de aquella energía que muchas veces atribuye a un ser supremo para vivir, y precisa de aquel que le da esperanzas, cuando la realidad es adversa.

Tolerancia e inteligencia son dos conceptos intangibles que deberíamos practicar más.

Fátima Ezquivel

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