Mario Ferreiro

Mario Ferreiro es la figura del momento, está en el mejor momento de su vida, ganó la confianza de la mayoría de los asuncenos y tiene la simpatía y el apoyo de muchos paraguayos no asuncenos. Incluso se lo proyecta como futuro Presidente del país.

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Es un “outsider”, sin carrera formal en política, si bien se postuló hace 2 años, sin embargo en poco tiempo logró lo que muchos “políticos de raza” no consiguen, en años de militancia y con más recursos. Las expectativas sobre su próxima gestión son elevadísimas, por lo que tiene la brillante oportunidad de devolver la dignidad a la tantas veces vapuleada, degradada e incluso humillada población nacional, por parte de las autoridades de turno y sus cómplices.

El reto de Mario es tan grande y delicado, que una nueva decepción sería fatal para los conciudadanos que tienen el legítimo derecho de esperar y reclamar el fin de la corrupción y la impunidad, y consecuentemente un avance notable en la calidad de servicios, infraestructura, seguridad, incluso salud y educación.

Mario comenzó bien desde los discursos, pregona trabajo, honestidad, transparencia, apertura, inclusión, integración, y otras cualidades espirituales como fe en Dios y perdón de las ofensas, denotando cero soberbia y cero rencor, reconoce sus limitaciones y flaquezas humanas y pide ayuda, dando muestras de tener clara su función de servidor antes que esperar pleitesía y reverencia por ser autoridad, como ocurre con otros gobernantes.

Ahora bien, debemos darle tiempo y una activa paciencia. La ciudad adolece de muchos problemas estructurales además de la necesidad de cambiar la mentalidad y actitud de su gente. No esperemos soluciones instantáneas y milagrosas.

La mayoría de las soluciones llevarán mucho tiempo y esfuerzo, y serán graduales, si se hicieren como corresponde. Así también, hay decisiones urgentes y acciones inmediatas a ejecutar para cambiar situaciones intolerantes, como la ineficiencia del personal, mal uso del dinero público y los recursos, planillerismo, amiguismo, obras calamitosas de los adjudicatarios de obras viales, intereses espurios de sus aliados políticos y de su oposición, entre otros tantos más.

Mario parece estar tan compenetrado y entusiasmado con su nueva función que hasta procura hablar en guaraní. Le damos el beneficio de la duda, aunque tiene algunos compañeros que también tenían buena verba y en la función pública fueron simples corruptos, en el gobierno de Lugo. Hacemos votos que sus buenas intenciones y sus buenos discursos sean realidad y no un espejismo, por el bien del Paraguay.

Gustavo Martínez

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