Menos pregunta Dios... y perdona

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Un importante requisito de la verdadera democracia es la alternancia, sin partidos predominantes o hegemónicos.

La ambición golpista dibujó una alternancia frustrada y no terminó el primer período no colorado de la historia en muchas décadas.

Vale la pena recordar hoy día que en un sistema que se pretende democrático, hay diferencia entre competencia y competitividad, en definición clara y concisa de Giovani Sartori.

Hay verdadera competencia, cuando la estructura de la sociedad permite y hace posible la alternancia, porque existe igualdad de derecho y de oportunidades.

Sin embargo, la competitividad es ya un juego político del Estado. Entran a jugar otras variables que determinan el escenario.

Esto significa que puede no haber condiciones de competitividad real, aún en una estructura de competencia.

Pasa entonces que no se da la alternancia, aunque haya una estructura de competencia, porque no hay condiciones de competitividad real.

Visto desde otra óptica: se confirma la inexistencia de Competitividad porque no es posible la alternancia.

Es sin duda alguna la situación que nos afecta.

Tenemos en el horizonte dos proyectos electorales con posibilidades, no demasiado diferentes en lo ideológico, pero con historias partidarias distintas.

Por un lado, el histórico y predominante coloradismo eterno y por el otro una alianza de fuerzas políticas de complicada cohesión.

Las elecciones se darán en un sistema de competencia, pero carente de verdadera competitividad por motivos más que conocidos relativos a recursos financieros, estructura de gobierno y otros.

Mi reflexión inicial sobre la alternancia como condición de la democracia, invita a pensar con calma.

¿Vale la pena dejar pasar las diferencias graves del pasado, por ejemplo entre golpistas y golpeados?

¿Es razonable seguir enfrentados hasta el fin de los tiempos, aunque ello nos arriesgue a sufrir males peores?

¿No estamos ante una histórica hora de unión y perdón, con miras a un país mejor para nuestros hijos y nietos?

Estas dudas se resolverán entre cada uno, su conciencia y su valoración del tiempo político.

Soy antigolpista y crítica del actuar de mi partido en ese fatídico error político del 2012 y en otras cuestiones.

Respeto profundamente a quienes se niegan a entrar en uno de los bretes que nos ha impuesto el sistema.

Respeto a quienes no bajan los brazos y siguen en la lucha, aunque parezca no haber otra salida más progresista y democrática, al menos por ahora. Mi admiración hacia los luchadores de causas casi imposibles.

Por mi parte, trato de leer en la realidad.

Tengo, como liberal radical auténtica por tradición y convicción, diferencias ideológicas y políticas con algunos de los baluartes electorales de mi partido.

Pero en esta hora de definiciones, no me resta sino recordar unas palabras de mi magnífica madre Graciela Gondra, que cuando me veía intransigente o intolerante, me decía con sabiduría: “menos pregunta Dios y perdona”.

Rafaela Guanes de Laino

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