Nuevas autoridades

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Concluyeron las elecciones nacionales, en donde se eligieron intendentes y concejales municipales en las 250 ciudades de nuestro país. Elecciones en las que no hubo conducta cívica ejemplar, especialmente por la compra y venta de votos que corrompen al ciudadano y al sistema democrático.

Mi repudio a los politiqueros y electores que compraron y vendieron sus votos, pero me llena de contento y esperanza el triunfo de la democracia en estas elecciones, especialmente en las ciudades de Asunción, Lambaré, Limpio, Villa Hayes y Encarnación, en donde los electores demostraron una conducta cívica ejemplar, depositando sus votos conscientemente y eligiendo al candidato de su preferencia. El triunfo de la democracia en estas localidades emblemáticas nos deja como enseñanza de que deseamos vivir en un país mejor y que estamos dispuestos a apartar de la función pública a los corruptos, malvivientes, inmorales e incapaces. Sinceramente, creo que en casi 30 años de democracia, hemos progresado cívicamente. Celebro que los municipios del país se hayaN pintado de rojo, blanco y azul y no de rojo como lo pregonaba nuestro eufórico “tendota”.

Como electores dimos el primer paso al ir y votar conscientemente por el candidato de nuestra preferencia y el segundo paso fundamental que tenemos que dar desde ya es convertirnos en contralores implacables de las autoridades elegidas para que administren correctamente los bienes del pueblo. Ahora conocemos perfectamente de los fondos con que cuentan nuestros municipios y en qué deben ser invertidos dichos bienes públicos. Como ciudadanos debemos despertar y sacudirnos de la modorra, de la desidia, del desinterés y manifestarnos ejerciendo nuestro sentido crítico y de pertenencia, presionar y exigir constantemente a las autoridades que cumplan bien sus funciones. La sociedad toda, como buenos ciudadanos que queremos a nuestras ciudades, debemos hacernos sentir, pedir rendición de cuentas, preguntar, indagar si los fondos de los royalties y Fonacide son utilizados correctamente y en su totalidad. Tenemos que vigilar y tener a raya a los intendentes y concejales municipales, obligarles que los fondos lleguen a su verdadero destino o en su defecto exigirles a irse a sus casas y que ocupen sus puestos personas preparadas y probas para completar los fines de esos proyectos de bien para la comunidad. De nosotros, queridos compatriotas, depende en gran medida el progreso de nuestras ciudades y el logro del bien común actuando de la manera citada. Nosotros somos los dueños de nuestros municipios, que pusimos a través de los votos a los intendentes y concejales municipales para administrar correctamente los bienes públicos. No más malversaciones, no más empleados parásitos, no más el uso del dinero del pueblo para financiar campañas políticas, no más favores a correligionarios, amigos, parientes, amantes y otros gastos inútiles que desangran los fondos públicos.

Esta es la magnífica oportunidad como pueblo de dejar de ser meros espectadores y convertirnos en verdaderos protagonistas del desarrollo de nuestras ciudades.

Debemos hacer saber a nuestros intendentes y concejales municipales y a toda la clase dirigencial paraguaya que ya no soportaremos abusos ni desenfrenos, que la única forma de legitimarse ante la sociedad será comprometiéndose a trabajar con dedicación, eficiencia y honestidad por el bienestar de la gente y el desarrollo del país.

Si no vinieron para servir, es mejor que se vayan a sus casas.

Óscar Patricio Alonso Pérez

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