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Deberá tener un comedero para él solo, un arenero, un lugar en el que dormir y algo para rascar. La puerta debe quedar cerrada inicialmente.
Tras un par de horas, o incluso tras uno o dos días, habrá que intercambiar a los gatos, es decir, meter en la habitación al que ya teníamos en casa y dejar el resto de la casa para el recién llegado.
Pero antes de eso, los expertos recomiendan frotar a ambos con un jersey que el dueño haya llevado. Así ambos tendrán el olor de casa, algo que servirá para crear un vínculo entre ellos.
La ventaja de separarlos es que los dos tendrán la sensación de ir a descubrir algo cuando abramos la puerta: el gato que ya estaba en casa descubrirá la habitación dedicada a la recepción del nuevo y este el lugar en el que va a vivir.
Eso servirá además para distraer inicialmente la atención el uno del otro.