Escritor desde los 13 años

Desde niño, Roa Bastos manifiesta su apego a la lectura y la escritura, gracias sus padres, que estimulaban su espíritu artístico, y su tío, el obispo Hermenegildo Roa.

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El joven escribe su primera obra literaria a tan solo 13 años de edad. Se trata de una pieza de teatro, compuesta con apoyo de su madre.

A los 14 años presenta su primer cuento denominado “Lucha hasta el alba”.

Con 17 años de edad, Roa se escapa y decide participar de la Guerra del Chaco, en 1934, donde -debido a que fue destinado a trabajos de enfermería, por su edad- el escritor se sensibiliza aún más con la realidad, lo que repercute posteriormente en su obra.

En 1941 lanza su primera novela, Fulgencio Miranda, con la cual ganó una mención especial en el concurso de novelas del Ateneo Paraguayo.

El texto nunca fue editado y actualmente se desconoce su paradero, según recopilaciones hechas por Francisco Tovar, en el libro Entre lo Temporal y lo Eterno, recientemente lanzado.

Al año siguiente ofrece una versión de su primer libro de poemas, el Ruiseñor y la aurora.

En 1953 presenta El trueno entre las hojas, un libro de cuentos compuesto ya desde su exilio en Argentina. A partir de esta obra, Roa se enfoca en la prosa.

En 1960 publica su novela Hijo de Hombre, que obtiene numerosas distinciones, como el Premio Municipal de Buenos Aires y el Primer Concurso de Narrativa Internacional (Editorial Losada).

En la capital argentina igualmente presenta Yo el Supremo, obra que ratificaría su calidad como escritor y lo elevaría aún más hasta obtener el Premio Cervantes, en 1989.

Entre otras de sus novelas destaca Vigilia del almirante (1992), El fiscal (1993), Contravida (1994) y Madama Sui (1995).

En lo que respecta a cuentos, también escribe El baldío (1966), Moriencia (1969) y Pollito de fuego (1974), una obra dirigida al público infantil.

Roa igualmente se vuelca hacia el cine, con trabajos como La burrerita de Ypacarai, La sed y El Portón de los Sueños, una obra biográfica.

Además de los premios ya mencionados, el escritor también obtiene el Premio Nacional de Literatura y distinciones de numerosos países, entre ellos Argentina, Chile, Cuba y Francia.

El Congreso paraguayo lo declaró “ciudadano ilustre” dos semanas después de su muerte.

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