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Wolf Gottschalk, de 83 años, y su esposa Anita, de 81, se enamoraron cuando eran adolescentes. A partir de ese momento pasaron sesenta y dos años juntos. Ambos han envejecido y, por su delicado estado de salud, necesitan una asistencia permanente. Por ello, sus hijos decidieron mudarlos a un hogar geriátrico en Surrey, Canadá, pero se encontraron con la triste noticia de que en la zona no tenían espacio para recibir a dos personas.
En ese momento tuvieron que tomar la decisión más difícil de sus vidas: separar a sus padres, según un artículo publicado el jueves en Daily Mail y -replicado por infobae-. A pesar de la distancia, los hijos tratan de llevar diariamente a Anita a vistar a Wolf, quien vive en otro hogar para ancianos, a 30 minutos de distancia.
Las autoridades de la ciudad, al tanto de la situación, han prometido trabajar para encontrar un lugar donde Wolf y Anita puedan pasar sus últimos días juntos. Pero el tiempo no perdona.