Corruptos hasta los tuétanos

La corrupción está impregnada en los tuétanos del Estado paraguayo, muestra de ello es cómo malgastan el dinero del pueblo y además ostentan descaradamente sus faltas, mientras no hay fondos para caminos, educación, medicamentos y más.

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Probablemente, muy pocas veces saltaron uno tras otro y tan alevosamente los casos de corrupción. El problema es que no basta con saber que el Estado gasta unos 370 millones de dólares al año solamente en sueldos de funcionarios públicos, sino que se debe pasar a la etapa de la exigencia, de exigir un freno a la malversación de recursos públicos y decidir en qué debe gastar el Gobierno nuestro dinero.

Por ejemplo, recortando solamente 3 por ciento de los gastos en salarios, es decir unos 11 millones de dólares menos, se podría incluir a los aproximadamente 284.000 adultos mayores que no son alcanzados por el programa de pensiones del Estado. Actualmente el Gobierno ayuda a 116.000 adultos mayores con la suma de G. 415.558.

En los tres poderes del Estado se ha visto un despilfarro descomunal del dinero del pueblo, por ejemplo el caso de Ruben Quesnel, expresidente del Instituto Paraguayo del Indígena, que está procesado por la desaparición de unos G. 3.000 millones que debían ser destinados a pueblos indígenas, uno de los sectores más olvidados. La suma “desaparecida” hubiese servido también para comprar los insumos que le hacen falta al corazón artificial –comprado por 1 millón de dólares- para funcionar sin interrupción por un año.

Otro caso es el de Perlita Paredes, la doctora hija de la diputada Perla de Vázquez, que cobró de forma indebida cuatro rubros del Ministerio de Salud y uno de Itaipú, totalizando poco más de G. 33 millones al mes. El proceso culminó con una condena que le exige devolver lo que cobró indebidamente de Itaipú, poco más de 376 millones y prestar servicio comunitario por dos años. El dinero que Perlita cobró podía destinarse a pagar 1.253 sesiones de diálisis para los enfermos renales.

Tampoco se debe olvidar los casos de los caseros del diputado José María Ibáñez, pagados con dinero del Estado, así como la “Niñera de Oro” de Víctor Bogado o la cocinera de Zulma Gómez.

Asimismo, uno de los últimos escándalos que evidencian la absoluta incongruencia entre discursos y práctica de los políticos, es el gasto en pasajes y viáticos en un solo año de la Cámara de Diputados. Los legisladores de la Cámara Baja destinaron unos 1.200 millones de guaraníes para viajar por el mundo, muchos de ellos a destinos paradisíacos y en épocas sugestivas como el verano o Año nuevo.

Algunos, como Baruja, viajaron pero solo para pasear y no para un curso como se alegó, sin embargo todo su viaje fue cubierto con dinero público. Otro caso es el de Portillo. El dinero que la Cámara de Diputados gasta como si fuera suyo, podría ser usado para construir al menos una veintena de viviendas sociales.

Mientras todas las falencias pueden esperar y agudizarse, el festín con el dinero público continúa.

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