El drama de los inundados

En distintos barrios de Asunción, vecinos se organizan, limpian, buscan refugios y esperan ayuda de los organismos estatales. El agua no da tregua.

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Vecinos organizados de la calle Cala’a casi Capitán Bozzano del barrio Sajonia, están abandonando sus casas –la mayoría de ellas alquiladas-, para irse al patio de una viaja fábrica embotelladora que actualmente es del Ministerio de Hacienda y les fue cedido para la emergencia a través de la Municipalidad de Asunción.

Entre niños, jóvenes y mujeres adultas participan de la limpieza del lugar que está a unos cien metros más arriba sobre Cala’a. Gran parte de las personas que vivirán ahí son mujeres solas con sus hijos, y los muchachos que limpian son simples vecinos solidarios, cuenta doña Blanca Toledo, vecina coordinadora de los trabajos.

Un camión de basura de la comuna se acerca para llevar la gran cantidad de basura, mientras obreros se disponen a bajar las chapas y puntales que llevan funcionarios de la Secretaría de Emergencia Nacional.

Son unas 60 familias afectadas en las calles aledañas, precisa Luis Ferreira, funcionario de la Municipalidad de Asunción.

La crecida del río Paraguay registrada este año es la quinta que obliga a los vecinos de la calle Salvador Pratts Gill casi Coronel Pedro Hermosa a abandonar sus casas, cuenta don Agustín Torres quien desde hace 60 años vive allí.

“Al día sube, en realidad no sube mucho pero sube, hace 60 años vivo acá y esta es la quinta crecida que nos saca de nuestras casas”, asevera. Su casa está en la esquina y todavía escapa a las aguas que avanzan. Algunos parientes suyos que estaban más hacia abajo se resguardan en su vivienda.

En su vereda, su vecino Reperto Duarte Rojas le da la espalda al sol y mirando en dirección al río, pesca en plena calle. En su balde ya hay al menos media docena de pececitos para acallar a los incrédulos.

La casa de don Reperto está al lado de la de don Agustín y el agua ya tomó toda su vivienda, pero le queda el segundo piso para refugiarse.

Don Agustín muestra la marca que dejó la última gran crecida de 1983 en su muralla, cuando el agua llegó a 9,01 metros.

Mientras don Reperto pesca impasible, su vecina de enfrente, Porfiria Céspedes y su familia están en pleno proceso de rejuntar sus enseres básicos y ropas para salir de su casa e irse a la de su nieto en otro barrio.

Las crecidas ocasionan un gran perjuicio económico, porque cuando las aguas bajen y las personas regresen a sus casas, habrá que pintar, arreglar las conexiones eléctricas, además de los gastos de la mudanza y los robos que están a la orden del día, dice don Agustín.

Cuentan que quienes pueden pagar se mudan a casas o departamentitos alquilados, pero se aprovechan de la gran demanda y los precios del alquiler suben. “Nada por menos de dos millones de guaraníes”, cuentan.

Lo que más necesitan las personas en esta zona son vehículos para hacer las mudanzas, porque cuesta caro y con tantos perjuicios ya no pueden.

En las plazas alrededor del Congreso Nacional las casas de terciadas, chapas o carpas son una constante. Son pobladores de la Chacarita que se vieron obligados a dejar sus casas. Ya son aproximadamente 350 familias, solamente del sector que comprendido entre 15 de Agosto y Caballero, cuenta Óscar Ramírez, vecino y coordinador de la Municipalidad de Asunción.

Algunos subieron a las plazas y otros fueron a refugios. Las necesidades son gigantescas, hace falta de todo un poco, desde frazadas y colchones hasta medicamentos, y “toda ayuda no golpea”, en su modo de decir.

Don Ramón Núñez es otro afectado, desde la calle apunta a su casa, donde el agua ingresó y los sacó a él y otros tres miembros de su familia, dos de ellos niños. Esta es la segunda vez que el agua lo empuja a salir, ya le pasó en el 98’ “cuando fue el Mundial de Francia”, se acuerda.

“Lo que viene (de ayuda) será bienvenido. Ahora estamos comiendo de ollas populares”, dice.

En ese lugar los pobladores también hablan de altos precios en alquileres de casas, pero algunos de los vecinos creen que lo hacen a propósito para no alquilarle a los chacariteños.

“Eso hacen para no dar lugar a los chacariteños, porque no nos quieren”, dice al fondo un joven que está atento a la entrevista.

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