Excombatiente celebró 103 años

ENCARNACIÓN. Con una serenata ofrecida por la banda de músicos del Colegio Militar de Sub-Oficiales del Ejército (Comisoe), el excombatiente de la Guerra del Chaco (1932-35) Ciriaco Arias celebró, esta mañana, su cumpleaños número 103.

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El comandante del Comisoe, Cnel. DECM Aldo Bachem Trinidad, al frente de un grupo de oficiales, la banda de músicos y efectivos de la Reserva Activa de las FF.AA. en Itapúa, encabezó el acto de homenaje al héroe nacional.

Don Ciriaco es oriundo de Yataity, departamento de Guairá, pero finalizada la guerra se instaló en la ciudad de Coronel Bogado. Últimamente vive en la casa de una hija, en Encarnación, por razones de salud.

"Este es un acto de homenaje y agradecimiento a este héroe viviente, es el mínimo acto que podemos hacer para expresar nuestra gratitud a don Ciriaco y a todos aquellos compatriotas que ofrendaron su vida y su juventud para heredar nuestra soberanía. Gracias a todos ellos estamos ahora acá", sostuvo el comandante de la unidad militar de enseñanza durante el homenaje.

Familiares del excombatiente participaron de la fiesta, y expresaron su alegría y gratitud por el gesto de los uniformados, entre quienes también estuvieron representantes de la Reserva Activa de las FF.AA.

Don Ciriaco, quien pese a su edad mantiene una lucidez y una vitalidad extraordinarias, agradeció el gesto y compartió algunas anécdotas de batalla. El excombatiente participó durante los tres años de movilización.

Es el menor de cuatro hermanos que fueron a la guerra, entre ellos Remberto, Pascual (quien entonces era militar, con el grado de capitán del Ejército) y Marciano. Los cuatro hermanos regresaron con vida de la contienda. Don Ciriaco fue herido en combate, y tras algunos meses de convalecencia regresó al frente de batalla.

Terminada la guerra se instaló en Coronel Bogado en 1936. Con su esposa Adolfina (ya fallecida) tuvo dos hijos: Óscar (+) e Irma. También adoptaron dos niños: Julián Rodríguez y Ernestina Monzón, hija de una familiar que murió en el parto.

Tenía 17 años cuando fue a la guerra. "En total fuimos cuatro hermanos y los cuatro volvimos con vida", recuerda. Uno de ellos era militar de carrera, Pascual Arias, capitán de Artillería, y los otros dos, Remberto y Marciano, soldados como él. El tiempo, sin embargo, se fue llevando a sus hermanos y ahora es el único que sigue con vida.

Don Ciriaco recuerda nítidamente cuando se produjo su incorporación a la Guerra. Fue en enero de 1933, "nos presentamos en el Acantonamiento número 1, en el estadio de Sajonia, de donde nos fuimos al frente", dice. Su unidad fue el Regimiento 8 "Piribebuy", donde estuvo bajo el mando del mayor Feliciano Morales.

Los acontecimientos más duros les tocaron vivir durante la campaña del Segundo Cuerpo de Ejército, con el que participó en las batallas de El Carmen, Picuiba, en la toma de Yrendague, entre otros.

En Yrendague, en un momento dado, cuando las tropas paraguayas estaban acorraladas por los bolivianos, se encontró con uno de sus hermanos, Remberto, quien estaba en la unidad R.I. 10 "Sauce". Se cruzaron brevemente y recuerda que lo primero que le preguntó su hermano era si tenía un poco de agua. La sed era terrible. "Vi hombres morir de sed, y es indescriptible. Algunos camaradas, desesperados, se cubrían con tierra y pedían por favor a los camaradas que les peguen un tiro y les maten, es algo espantoso", sostiene. "Hasta soñábamos que llegábamos a un arroyo y que al tratar de tomar el agua, esta se escurría entre los dedos", refiere.

"La última batalla en la que estuve fue en Camatingy, ya en territorio boliviano. Esta batalla fue un verdadero infierno. Chocamos con tropas de refresco", recuerda. El 11 de marzo de 1935 fue evacuado del frente de batalla, en estado de agotamiento físico, pero vivo, que era lo importante.

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