Identidad “gaucha” revive en Misiones

Corridas de toros, doma de potros salvajes, asados de carne, carreras de jinetes y otros exponentes de la identidad “gaucha” de Paraguay animan estos días la localidad de Santiago de Misiones, que celebra su Fiesta de la Tradición Misionera.

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Este municipio del sureste de Paraguay, de apenas 7.000 habitantes, se transforma desde el viernes al domingo para recibir entre 25.000 y 30.000 visitantes, según contó a Efe David Bolla, presidente del Club de Leones de Santiago, que se encarga de la organización de los festejos.

Con la fiesta destella en Paraguay una riada de costumbres campestres heredadas de los gauchos de la vecina Argentina, de Uruguay y del sur de Brasil que se instalaron en la zona.

Los gauchos trajeron consigo sus platos típicos, su vestimenta tradicional y sus habilidades en las labores ganaderas, que los paraguayos de esta parte del país, en el departamento de Misiones, rápidamente adoptaron como propias.

Hace 36 años, y dispuestos a engrandecer esa identidad paraguaya, un grupo de personas interesadas en la herencia de los gauchos celebraron en Santiago la primera Fiesta de la Tradición Misionera.

Como cada año, el primer anuncio de los festejos es la colocación de banderas en las fachadas de las casas de la localidad.

“Cada bandera representa el lugar de procedencia de las familias. A Santiago llegaron muchas personas de la provincia argentina de Corrientes, que a su vez descendían de inmigrantes españoles e italianos”, señaló Bolla.

Los estandartes marcan la señal para que irrumpan en Santiago jinetes vestidos con pantalones bombachos, botas con espuelas y grandes sombreros, al estilo del atuendo típico de los gauchos del Río de la Plata.

Después tienen lugar las exhibiciones de doma de potros salvajes, en las que los mozos tratan de doblegar a los animales desbocados manteniéndose en equilibrio sobre sus lomos.

Este año la estrella invitada es el domador argentino Jorge Raúl Arístegui, conocido en su país como “el Maradona de la jineteada”, destacó Bolla.

Los jinetes saltan al ruedo precedidos por los versos del payador, como se denomina al músico que a la manera de los heraldos en las justas medievales improvisa versos en los que ensalza las virtudes de los domadores.

Otros prefieren las corridas de toros que, a diferencia de otros países, no terminan con la muerte del animal, sino que se limitan a demostrar la destreza de los mozos para hacer acrobacias sobre los novillos, al estilo de los “recortadores” españoles.

Cada jornada de fiesta culmina con un multitudinario asado “a la estaca”, en el que la carne, como antaño, se cocina en palos de madera clavados sobre enormes fogatas.

Los cortes de carne de ganado de la zona se acompañan del llamado “batiburrillo”, un conjunto de vísceras que incluyen el corazón, el hígado y los intestinos o “mondongo” del animal, que según Bolla se comen como aperitivo.

La cena se acompaña por la ubicua sopa paraguaya que, pese a lo que puede indicar su nombre, es una torta sólida elaborada a base de harina de maíz, queso, cebolla y aceite.

Bolla aseguró que las fiestas, declaradas este mes como “de interés turístico” por la Secretaría Nacional de Turismo de Paraguay (Senatur) son “todo un éxito” en el verano paraguayo.

Descartó además que la organización del evento haya recibido críticas por el maltrato al que se pueden ver sometidos los animales participantes en las jineteadas y corridas de toros.

“La gente respeta las tradiciones y entiende que nuestro objetivo es noble, porque tratamos de preservar nuestra autenticidad”, dijo.

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