Iglesias, piezas clave para la reinserción de presos

La cárcel de Tacumbú, la más grande y vieja del Paraguay, con 2.965 presos, es considerada por muchos un "cementerio de personas". Sin embargo, dentro de las precariedades y al hacinamiento una luz de esperanza se abre con un plan de reinserción.

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La educación y el trabajo se complementan para dar forma a una nueva oportunidad al preso que reclama una segunda chance. Los puntales para esta reinserción son cuatro iglesias (una católica y tres protestantes) que con el apoyo del Ministerio de Justicia y las autoridades penitenciarias llevan adelante varios proyectos.

Dentro de los hediondos y húmedos pasillos de la cárcel se abren como verdaderos oasis los pabellones cristianos. El primero que impacta es el viejo “Pabellón de la Muerte”, que según recuerda el director del penal, Gerardo Delvalle, “todos los días teníamos acuchillados y muertos en ese lugar; sin embargo hoy fue restaurado y es el Pabellón de la Vida...”.

El sitio cuenta con 180 lugares para los internos, pero solo 82 están en el sitio; la razón es simple: en ese espacio no hay cabida para los que no quieran estudiar o trabajar. “Acá no hay guardias, tenemos nuestras reglas de convivencia y el que no se adecua no puede pertenecer a este sector y vuelve a la población penal”, explicó Luis Arias, quien es interno, pero pertenece a la Pastoral Social.

“Acá nos levantamos a las 5:00, limpiamos el lugar (pasillos, baño), luego desayunamos y volvemos a limpiar todo, para dejarlo en regla y comenzar con los trabajos de forrado de termos, bordados y otras labores; también están los que estudian y se forman, para luego ser parte de las labores. Lo que acá no se tienen son personas que no hagan nada”, explicó Arias.

Lo primordial dentro del Pabellón de la Vida es la limpieza; todos los que ocupan un lugar ahí están comprometidos con ese aspecto. “Tenemos encargados, por ejemplo, de los baños, cada una hora hay un interno que se ocupa de mantener lo sanitarios limpios. Hay mucho respeto y el que no sigue las normas es amonestado y ante hechos de reincidencias son sacados del programa”, apuntó el coordinador.

“Acá solo se admiten a condenados que se comprometen con la causa de la reinserción y con el dinero que ganan, muchos ayudan a sus familias que están afuera y otros ahorran para cuando obtengan su libertad. Lo que no queremos es que salgan de la cárcel y vuelvan a reincidir, te cuento que pocos de esos casos tenemos”, apuntó Arias.

“Todo lo que ganan los trabajadores les es dado íntegramente, no se les saca nada”, explicó el coordinador, quien lanzó esta aclaración, ya que mucha gente cree falsamente que las iglesias lucran con el trabajo de los reos.

Si bien el trabajo que se hace es titánico y silencioso, se necesita de más ayuda de empresas que ocupen como mano de obra a quienes están tras las rejas y tienen la intención de volver a las calles para ganarse el pan de cada día, esta vez honestamente.

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