Una vida plasmada en frases

El carisma ha sido uno de los rasgos distintivos del pontificado de Juan Pablo II, con el cual ha ganado el respeto y admiración de la feligresía católica, así como de importantes líderes mundiales, durante su tiempo de pontificado.

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Durante su recorrido por 129 países ha compartido innumerables enseñanzas sobre la vida, la paz, el arte, el sacerdocio entre otros temas, inspiradas en los principios cristianos y los valores humanos.

Incluso poco antes de morir el 2 de abril de 2005, dedicó unas últimas palabras a los jóvenes, a quienes Juan Pablo II tuvo especial afecto y consideración: “Yo los he buscado y ahora vienen a buscarme a mí, les doy las gracias”.

La familia ocupó un lugar más que preponderante en su prédica, “la familia está llamada a ser templo, o sea, casa de oración: una oración sencilla, llena de esfuerzo y ternura. Una oración que se hace vida, para que toda la vida se convierta en oración”.

“La familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida”, refería el fallecido líder de la Iglesia Católica.

“El hombre es esencialmente un ser social; con mayor razón, se puede decir que es un ser familiar”, fue otra de sus frases.

“El futuro depende, en gran parte, de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz”.

Juan Pablo II también dejó frases sobre la violencia y el relacionamiento entre las personas, más aún tratándose de un pontificado que se desarrolló en un escenario de disputa entre países, como el de Argentina y Chile en 1978, donde sacó a relucir sus habilidades de diplomático.

“El diálogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana. Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad”.

“La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad”.

“La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas”.

También fue un férreo defensor de la vida humana, “debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.”

El fallecido Papa se pronunció además sobre la desigualdad en el mundo y le necesidad de construir una sociedad de tolerancia aún en las discrepancias 

“No habrá paz en la tierra mientras perduren las opresiones de los pueblos, las injusticias y los desequilibrios económicos que todavía existen”.

“Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz”.

“Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz”.

Tampoco escatimó elogios para los artistas,  “El artista vive una relación peculiar con la belleza. En un sentido muy real puede decirse que la belleza es la vocación a la que el Creador le llama con el don del talento artístico”.

“Las obras de arte hablan de sus autores, introducen en el conocimiento de su intimidad y revelan la original contribución que ofrecen a la historia de la cultura”.

Juan Pablo II, así como Juan XXIII se convertirá en santo el próximo domingo. Las expectativas son grandes.

 

 

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