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La ciudad de Horqueta, que no tuvo una fundación oficial, fue constituyéndose desde 1793 por personas que se asentaron con el correr del tiempo sobre una lomada y se encuentra con calles con pronunciadas pendientes y los raudales de las precipitaciones arrasan las calles, arrastrando arenas desde oeste a este, que quedan sobre la capa asfáltica y con el transitar de los vehículos corroen la misma y forman los baches.
Por otra parte las correntadas de las lluvias también destruyen las arterias transversales a las calles principales, causando erosiones que con el correr del tiempo se convierten en zanjones y las aguas inundan las precarias casas del sector bajo de los barrios Fátima y Las Mercedes. Inclusive los fuertes raudales remueven los pavimentos pétreos, debido a la proclividad de un gran sector de la ciudad, razón por la cual los habitantes del sector bajo solicitan obras de contención o desvíos de los raudales con el asesoramiento de ingenieros civiles y arquitectos para un trabajo eficiente.
Las denominadas lluvias ligeras también afectan a las casas que no fueron bien concretas por efecto de la humedad.
Por su parte el Ing. Agr. Luis Cabrera Morínigo, quien es técnico de la Dirección de Extensión Agraria (DEAG), señaló que los chubascos también impiden que los labriegos realicen la preparación del suelo para los cultivos de esta época como las habillas (maíces), cucurbitáceas (porotos) y la plantación de verduras.
Por otra parte el Ingeniero Cabrera dijo que las mujeres campesinas tienen todo preparado para producir el almidón que es el principal ingrediente para la chipa de la semana santa, pero indicó que la salida del sol es fundamental para su elaboración. En ese sentido explicó que cosechan la mandioca para fabricar el almidón y aguardan que el clima sea favorable para su producción y comercialización en gran cantidad.