Vivir entre víboras y agua

A tan solo 10 minutos del centro urbano de Asunción, familias del Bañado Norte tienen que vivir en condiciones paupérrimas. Las costas nuevamente van siendo alcanzadas por las aguas, lo que trae aparejada la aparición de víboras y otras alimañas.

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Desde el Bañado Norte se puede ver la Costanera de Asunción y todos los edificios estatales de instituciones que se encargan de la administración central. Sin embargo, esa cercanía física no garantiza nada, ya que actualmente viven en medio de necesidad, que se acentúa en esta época del año, cuando llegan las lluvias.

Diferentes representantes del Gobierno han asegurado que este año las condiciones climáticas han sido menos agresivas; sin embargo, hoy día hay compatriotas en esta zona cuyas viviendas –construidas con terciadas y techo de zinc donados en años anteriores– están en medio del agua.

Imágenes aéreas logadas por un equipo de ABC Color muestran varias casas del Bañado Norte que ya están siendo alcanzadas por las aguas, a pesar de que aún no hay emergencia. Los vecinos afectados van desplazándose de lugar de a poco, dejando algunas cosas en sus casitas y construyendo metros adelante viviendas precarias, ya en las calles.

 ¿Por qué no salen de ahí? Es la pregunta inmediata. Lo cierto es que no tienen adónde ir, explicaron ellos mismos. Justina Díaz, una de las afectadas y líder de la comunidad, dijo que esta situación ha sido notificada a la Dirección de Emergencias y Desastres Municipal (Comueda), una dependencia de la Municipalidad de Asunción. “Vinieron, anotaron cosas”, dice. Luego, nada más. Recordó que el año pasado se refugiaron en el destacamento militar RC4, ubicado en Mariano Roque Alonso.

Según Díaz, allí los trataron casi como animales, a tal punto de que había hasta horarios de entrada y salida, lo cual dificultaba a aquellos que regresaban de sus trabajos casi de noche. También trasladarse a los puestos laborales fue un problema, ya que tenían que tomar dos, tres y hasta cuatro buses por vez. “Nos trataron como delincuentes”, se quejó también Díaz. Se refirió a las revisiones de las pertenencias, que eran periódicas y hasta irrespetuosas, dijo. Ninguno quiere vivir de nuevo todo eso. Afortunadamente, la situación no es tan grave como lo fue en 2014, pero aún persisten las carencias y hay mucha preocupación sobre lo que pueda pasar en las próximas semanas.

El agua avanza de forma lenta pero ininterrumpida; aparecen las alimañas y ya hay efectos de ello hasta en la salud de las personas. Liz Martínez es otra de las afectadas por el avance de las aguas. Ella tiene cuatro hijos y cada noche debe velar para que ninguno de ellos sea alcanzado por alguna víbora o un yacaré, animales que los vecinos aseguran que ya aparecieron ni bien subieron las aguas.

 Los vecinos piden que las instituciones se manifiesten en la zona y que no se escuden en el hecho de que “no estamos como el año pasado”, al menos en cuanto a “gravedad”. De hecho, ni siquiera han logrado recuperarse por completo de las inundaciones de 2014, mientras ya hay nuevas amenazas. Martínez y otros vecinos que no quisieron identificarse también coincidieron en que los equipos de la Municipalidad de Asunción solamente han llegado para tomar fotografías y anotar alguna que otra cosa hace algunas semanas, pero nada más.

En el barrio hay niños muy pequeños, personas con VIH y ancianos, quienes son los más expuestos a ser afectados en su salud en estas condiciones. En ese sentido, solicitaron además que el Ministerio de Salud llegue hasta la zona, al igual que la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), con la provisión de chapas y otros elementos para ir montando las casas de emergencia, al menos para subsanar la situación actual, antes de que se llegue a los extremos que se alcanzaron el año pasado.

 

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