Es difícil forjar esperanzas

Difícil, bastante difícil resulta tratar de abrigar esperanzas en relación a cómo se desempeñará el nuevo gobierno. Marito asume en medio de una seria crisis política por el rechazo ciudadano a los corruptos en el poder.

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El problema no radica únicamente en la serie de escraches a diputados y senadores que tienen cuentas pendientes con la justicia, acusados de ladrones de fondos públicos, tráfico de influencias o abuso del poder.

La gravedad de la crisis proviene del hecho de que en los tres poderes del Estado hay figuras importantes que han cometido acciones delictivas y que no han respondido por ello ante la justicia; la impunidad sigue haciendo estragos en nuestra convivencia pública.

Algunos de los nuevos ministros y presidentes de entes estatales de la administración Abdo Benítez son figuras gastadas que ya pasaron con mediano o deficiente desempeño en cargos públicos. Son árboles que crecieron torcidos y resulta bastante improbable que el tiempo los haya enderezado.

Aunque haya pequeños cambios de hombres, nuestra justicia, en general, seguirá siendo la misma de siempre: dócil ante los dueños del poder, ágil ante los pedidos de los poderosos con fortuna e insensible ante los reclamos de la gente pobre o desamparada.

La única novedad relevante en los últimos tiempos ha sido la persistencia de las manifestaciones populares contra los corruptos y los actos de injusticia. Aunque se iniciaron con cierta timidez en el 2016 con las revueltas estudiantiles exigiendo una mejor educación, los jóvenes mantienen en alto la bandera de un país más justo, equitativo y democrático.

Los escraches permanentes ante las casas de conocidos políticos corruptos constituyen una realidad refrescante y alentadora en relación al legítimo ejercicio del pueblo de su derecho a que las autoridades sean honestas y transparentes en el manejo de la cosa pública. Ojalá este movimiento perdure en el tiempo y vaya teniendo una incidencia efectiva en el mejoramiento del nivel de nuestros representantes en los organismos del Estado.

Salvo este último elemento señalado, todo indica que tendremos cinco años más de lo mismo de las recientes décadas. Marito no tiene ni la formación ni el carácter necesarios para encabezar un verdadero cambio sociopolítico. Es una pena llegar a esta conclusión con una visión tan pesimista, pero los datos objetivos de la realidad no permiten tener otra perspectiva más alentadora.

ilde@abc.com.py

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