Cargando...
Terminaste el cole y, durante toda tu vida, esperaste que ese día llegara para poder estudiar la carrera que tanto anhelabas. Desde chiquito tenías claro que querías ser médico y así dedicar tus días a salvar vidas y averiguaste cuál era la mejor universidad para cumplir tus sueños.
Ya estás en los primeros semestres y todo va genial, te encantan las materias y los contenidos de la malla curricular. Los profes dan muchas tareas, pero con gusto las hacés porque sabés que, tarde o temprano, te ayudarán a ser un mejor profesional. Llegaste al tercer año y notás que no todo es color de rosa; sabías que no iba a ser fácil, pero se está volviendo imposible aguantar las clases, estudiar y rendir los exámenes. El estrés de no saber qué hacer, conociendo el esfuerzo que hicieron tus papás para que puedas estudiar, lo hace aún más complicado.
Terminás el tercero a duras penas y te das cuenta de que no es lo que esperabas ni lo que querés hacer para vivir, pero estás a mitad de la carrera y no sabés si abandonar o seguir. El miedo a lo que dirán tus papás y compañeros hace que no quieras pensar en las consecuencias de tu posible decisión.
Después de tanto pensar y amargarte los días en las clases prácticas y pasantías, tomás la decisión de cambiar definitivamente de carrera. Al final, te das cuenta de que el sueño de recibirse a los 24 se va a postergar, pero es mejor egresar a los 28 con la profesión que más te gusta.
Algunos estudiantes se dan cuenta de que la carrera que eligieron no es lo que esperaban en los primeros meses, otros a mitad de camino. Aunque no lo parezca, es muy común el cambio de profesión, ya sea por motivos económicos o personales.
Tranquilo, no te desesperes, un error lo comete cualquiera. Ahora es momento de tomar una decisión y tratar de que sea la correcta. No tengas miedo, es mejor dejar algo que no te gusta a seguir con ello y ser un profesional amargado que no está satisfecho con lo que hace.
Muchas personas prefieren culminar la carrera para que no sea “un tiempo perdido” y terminan ejerciendo la profesión de mala manera. No te conviertas en un empleado amargado que hace todo con desgana y cara larga; si no te gusta lo que realizás, no lo hagas. Dedicate a algo que te dé satisfacción y orgullo.
Por Divina Alarcón (18 años)