Desearía tener mucho dinero en los bolsillos. ¿Y si me vuelvo un político?

Ciertos jóvenes piensan que ser un político es la manera de obtener mucho dinero. ¡Quién no desea tener un auto o una casa de lujo! Ser líder de un pueblo tiene sus compromisos, mientras que poseer plata fácil y de manera sucia trae sus consecuencias.

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Alguna vez habrás escuchado a uno de tus amigos decir que quiere ser el primer mandatario para tener mucha plata. Su teoría se basa en solamente mirar las camionetas, casas y estancias que poseen el intendente, los senadores y diputados. Pensás que es todo un sueño y, sin embargo, sabés que todo el dinero que tienen no proviene de una fuente legal.

Un político en temporada previa a elecciones parece un novio enamorado intentando conquistar a su amada: se encariña con la gente y exhibe muchísimas propuestas para que le voten. Además, intenta demostrar a todos que realmente anhela el cambio en su comunidad; no obstante, cuando obtiene el cargo deseado, un poquito de platita en sus bolsillos y en los de sus ayudantes, no les va para nada mal.

Es difícil realizar el trabajo político de manera pulcra, honesta y transparente cuando llegás a un cargo político; si tratás de hacer bien las cosas, seguramente los problemas en la casa, con amigos o parientes te vendrán encima. Siempre vas a estar en la mira de muchas personas, van a comentar que sos un valé y kapé cuando le conseguís trabajo; en cambio, te dirán corrupto cuando el empleo va para el vecino.

De todos modos, la labor de un mandatario requiere mucho sacrificio y compromiso con el pueblo. No debés dejar de contribuir con la comunidad porque, de lo contrario, la gente se dará cuenta de que despilfarrás su dinero. El uso incorrecto de la plata del Estado es común en muchas ciudades del país; la cruel realidad es que dejamos nomás eso de lado porque pensamos que las autoridades ya no tienen solución.

Mejor estudiá y dedicate a lo que realmente te apasiona en vez de dejar que otros te pisoteen siendo un politiquero. Tené en cuenta que conseguir dinero por las malas nunca tendrá un final feliz; podés ser un humilde trabajador y un millonario en felicidad sin la necesidad de robar la plata del Estado, es decir, del pueblo y meterte en serios problemas.

No importa el cargo que ocupes; saludá, sé humilde y educado. Acordate de que, por más plata que tengas en tu bolsillo, siempre vas a necesitar de los demás. Ser intendente o empleado de oficina no va a cambiar tu vida; lo que realmente es importante es que seas honesto y compartas buenos momentos con las personas que más querés.

Por José Peralta (18 años)

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