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La música tiene una gran influencia en la plasticidad del cerebro, por lo tanto, es posible que desarrollar habilidades sinfónicas mejoren el rendimiento cognitivo, asegura Lutz Janckle, profesor del Instituto Tecnológico de Suiza.
Si un día nos levantamos de mal humor, es una buena opción escuchar un poco de música y relajarnos; puede ser algo de rock o alguna polca paraguaya. El ritmo es capaz de mejorar el estado de ánimo e incluso ha sido implementado como terapia no invasiva para recuperar funciones neurocognitivas tras accidentes cerebro vasculares.
De igual manera, el desarrollo musical tiene un impacto positivo en la recuperación de la memoria verbal y la atención; esto logra que los niños y adolescentes se conviertan en personas metódicas que cuidan bastante los detalles, planifican sus tareas y mejoran su concentración gracias a la práctica constante.
Otra ventaja de aprender a tocar instrumentos musicales desde muy temprana edad tiene que ver con la mejora de habilidades de lectura y escritura en niños disléxicos. Además, la música puede enseñarnos a vencer miedos y asumir riesgos; al mismo tiempo, brinda seguridad y autoconfianza.
Para complementar el desarrollo musical de adolescentes y jóvenes, una alternativa muy buena es ser parte de un coro, pues como bien dice el dicho: “El que canta, sus males espanta”. Al formar parte de un grupo de cantantes, una persona puede enfrentar al estrés y la depresión, debido a que al tararear aumentan los niveles de cortisol y oxitocina, hormonas encargadas de reforzar la confianza y el bienestar personal, según sostiene el citado especialista.
En nuestro país, el desarrollo de la música va ganando espacio de a poco; en el año 2002, el maestro Luis Szarán, director de orquesta y compositor, creó un programa denominado “Sonidos de la tierra” con el objetivo de promover la formación de escuelas de música, además de agrupaciones corales y orquestales.
Años más tarde, la Orquesta de Cateura se formó con el objetivo de que niños y jóvenes que viven en condiciones precarias puedan acceder a una educación musical y vivan experiencias que les ayuden a aprender y a incentivar su creatividad, además de tener un mayor acceso a oportunidades que mejoren su calidad de vida.
No hace falta tener una voz como la de Lizza Bogado o Pablo Benegas para desarrollar tus habilidades musicales ni ser un guitarrista tan renombrada como Berta Rojas. Cualquiera puede ejecutar un instrumento y de esa forma incentivar su creatividad. ¡Animate, pues, y tomá esa guitarra olvidada en el depósito del fondo!
Por Fiona Aquino (18 años)