Entre violencia, miedo y esperanzas, culmina el año y brindamos en esta Navidad

Muchas personas no compartirán la Navidad con un ser querido que falleció en manos de delincuentes, fue víctima de un feminicidio o está secuestrado. Recemos para que, con el nacimiento del Niño Dios, florezcan los valores y se extinga la violencia.

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Cuando te das cuenta de que diciembre está acabando, te cuestionás cómo pasaron tan rápido los 12 meses del año. Paseás por las calles y notás que no se siente la alegría del ambiente navideño de años anteriores; solo algunas casas están adornadas tímidamente, los niños casi ya no salen a jugar con el fosforito y esas llamadas a familiares y amigos prometiendo pasar juntos Nochebuena o hacer una visita en Navidad son escasas.

Si empezás a reflexionar acerca de las noticias trágicas que se escuchan a diario, entendés que el miedo y la incertidumbre se han apoderado de la población. Sí, porque te llena de impotencia saber que por la calle circulan personas inescrupulosas que, con tal de robarte el celular, no dudarán en clavarte un cuchillo o pegarte un tiro; también pensás si en cuántas familias ha de haber un marido que maltrata a su mujer, mientras que ella calla su sufrimiento por temor a represalias.

Los familiares de los secuestrados por el EPP tampoco podrán pasar una feliz Navidad, siendo que un ser querido no ocupará su lugar en la mesa. Existen muchos padres que han perdido a un hijo a causa de la inseguridad y varios niños ya no están con sus madres, quienes fueron una de las tantas víctimas de feminicidios. ¿Cómo es posible festejar en estas circunstancias?

No hay consuelo para los que sufren una pérdida, solo esperar una resignación y tratar de salir adelante aunque los pies se sientan como plomo. Notar la ausencia del ser amado en la mesa navideña, mientras de fondo se escuchan las bombas, no es una situación fácil de sobrellevar.

Los que somos testigos de esta realidad tampoco podemos estar cien por ciento alegres, porque formamos parte de este Paraguay tan intoxicado de violencia. Como jóvenes que somos, llevemos un mensaje de paz y esperanza a todos los que nos rodean para tratar de construir la paz en nuestro país.

Cuando estemos frente al pesebre con una vela prendida al Niño Jesús mientras esperamos la Navidad, roguemos para que con Él renazcan los buenos valores. Ya no queremos familias que pierdan a un ser querido por culpa de la violencia ni vivir con miedo a causa de la inseguridad.

Por Viviana Cáceres (20 años)

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