La juventud y la bebida, una muy mala combinación que perjudica a los menores

Diversión, alegría y buenos momentos comparten los adolescentes en sus peñas, encuentros y fiestas de colegio. En muchos casos, algunos jóvenes solo saben pasarla bien si están acompañados de alcohol y los excesos que pueden acabar en vicios.

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Las fiestas, encuentros y peñas de los jóvenes se caracterizan por la alegría y la diversión que en muchos casos no aparecen sin la presencia del alcohol y cierto nivel de descontrol.

Según la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) de la OEA, más del 50% de los adolescentes paraguayos consume bebidas alcohólicas y otras drogas de manera habitual. Estos bebedores precoces en su mayoría tienen entre 13 y 17 años.

Las principales causas del consumo de estas bebidas a tan temprana edad serían las ganas de integrarse a un grupo, ya que “si no tomás, no figurás”, el deseo de olvidar los problemas familiares o por la curiosidad de conocer los límites hasta dónde podés llegar con el alcohol.

Muchas veces, a la hora de organizar una fiesta entre los compañeros de curso, ninguno quiere participar si es que no hay plata para la birra. Cualquier actividad entre muchos jóvenes pierde el atractivo cuando no incluye bebidas alcohólicas.

Otro de los motivos del consumo frecuente de alcohol es la falta de control en los comercios y las bodegas que venden bebidas a los menores de edad por más de que la ley lo prohíba.

Muchos de los jóvenes que consumen bebidas alcohólicas terminan cayendo en la adicción y, aunque cuesta mucho, es posible rehabilitarse. En nuestro país existen centros de apoyo, como la Asociación para la Prevención y Rehabilitación del Enfermo Alcohólico, el Centro de Adicciones y Alcohólicos Anónimos.

Las fiestas y las reuniones no necesitan de alcohol ni drogas para que sean entretenidas. Existen muchas formas de pasarla bien sin incluir ningún tipo de bebidas o estupefacientes. Aprender a disfrutar sin vicios ni excesos es fundamental para aprovechar al máximo cada momento de nuestra juventud.

Por Divina Alarcón (18 años)

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