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El año escolar pasó volando y muchos niños están listos para disfrutar sus esperadas vacaciones. Varios de ellos, orgullosos por sus impecables notas, solo piensan en el merecido descanso que tendrán y los regalitos por su destacado desempeño. Pero otros quizás terminaron el cole con el pie izquierdo y se llevaron una desagradable sorpresa al ver sus libretas de calificaciones, por lo que durante esta época necesitan ponerse al día con el estudio.
Durante las fiestas de fin de año, no todos los chicos tienen la posibilidad de realizar viajes al exterior, motivo por el que pueden aburrirse en sus casas, pensando cómo entretenerse. En esta temporada, las colonias de vacaciones son excelentes propuestas para los niños inquietos que quieren divertirse sanamente. Muchos padres ven con buenos ojos estas actividades, ya que los precios de inscripción son muy accesibles y, en ciertos casos, totalmente gratuitos.
En nuestras ciudades es común ver afiches, volantes y pasacalles que informan acerca de las colonias de vacaciones que muchos movimientos e instituciones ofrecen a los interesados. Como los niños son tan inquietos, los organizadores deben estar armados de paciencia y creatividad para llevar a cabo las dinámicas; la mayoría de los coordinadores son docentes o miembros de grupos juveniles.
Las actividades didácticas varían dependiendo del tipo de institución; las más comunes son de artes plásticas y los torneos de deportes como fútbol y básquet que no pueden faltar. También están las escuelas de canto, baile, instrumentos musicales y actuación, así como los talleres de reciclaje y enseñanza de natación, entre otros.
Otro punto importante de las colonias de vacaciones es que los chicos conocen nuevas personas y se forman amistades, ya que todos los participantes de estos encuentros comparten un mismo objetivo: aprender jugando; el promedio de edad de los niños es de entre 5 y 12 años, aproximadamente.
Los chicos deben explotar el potencial que tienen para el estudio, porque el hecho de estar de vacaciones no implica que se dejen vencer por la haraganería. El cerebro, al igual que el cuerpo, necesita alimentarse con todo aquello que le sirva de provecho. Ya lo afirma el dicho: “Todos los días hay algo que aprender”, así que solo es cuestión de dar rienda suelta a la imaginación para llevarse gratas sorpresas en el apasionante camino hacia el conocimiento.
Por Víctor Martínez (18 años)