Los órganos de un ser querido pueden dar vida a otra persona

Si alguien fallece, los órganos no van al cielo, pero sí pueden lograr que una persona recobre las fuerzas y siga viviendo. La donación de órganos es una tarea pendiente en el país; la falta de información provoca que muchos enfermos mueran en la espera.

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¿Qué harías si, algún día, un familiar tuyo necesita un riñón nuevo para que su calidad de vida mejore? Lo más probable es que hagas todo lo posible por conseguir lo que requiere y, si es necesario y posible, le darías tus propios órganos.

La donación de órganos no es muy practicada en nuestro país, pero sí muy necesaria. Cuando una persona muere, es difícil para los familiares aceptar la situación tan dolorosa y es por esto que se vuelve más complicado pensar en la idea de donar los órganos del fallecido.

Actualmente, existen aproximadamente 21.317 donantes, según el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social. Cualquier persona, mayor de 18 años, puede anotarse como donante; al hacerlo, el formulario del Registro Nacional de Donantes de Órganos y Tejidos, elaborado por el Instituto Nacional de Ablación y Trasplante, sirve como un testamento de la persona inscripta y tiene que ser respetado por la familia.

Para que una persona sea candidata a donante de órganos se necesita que haya muerte encefálica, es decir, la pérdida irreversible de toda actividad cerebral pero el resto del cuerpo aún siga funcionando en forma vegetativa con equipos de apoyo.

Los órganos que normalmente se destinan a la donación son los riñones, hígado, páncreas, pulmones, corazón e intestino. Entre los tejidos se encuentran la médula ósea, los huesos, tejido ocular, válvulas cardíacas, segmentos vasculares y ligamentos. Algunos de ellos se pueden donar en vida si el paciente cumple ciertos requisitos médicos.

Muchos de los fallecidos en accidentes de tránsito son candidatos viables para donaciones; sin embargo, los familiares se niegan a proceder a la operación del paciente. Un donante puede salvar la vida de ocho personas y mejorar el estado de salud de muchas más que necesitan algún trasplante.

No dejemos que el dolor de una pérdida se convierta en un obstáculo para privar de una mejor calidad de vida a otra persona. Imaginate que el corazón de tu ser querido que falleció sea el motor de otra persona. Como menciona Tatiana Benítez, quien recibió un trasplante de corazón: “La vida hay que disfrutarla y luego donarla”.

Por Divina Alarcón (18 años)

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